Las calles de París sentencian una nueva moda que te encanta o te espanta
"De ninguna manera". "Ni hablar". "¿Pero es que se han vuelto locos?" o "Por ahí si que no paso" son comentarios que seguro has hecho más de una vez al ver la nueva tendencia de turno que llegara a nuestras vidas. Quizá pronunciaste alguna de estas fatídicas frases cuando viste que los mocasines negros ahora se llevaban con calcetines blancos, cuando comprobaste que lo de llevar el chándal a la oficina era ya una realidad o que los leggings con tacones eran una opción a tener en cuenta por demasiadas influencers. Lo curioso es que muchas de las veces en las que juraste y perjuraste que no caerías, terminaste por hacerlo. Por eso en moda el refrán "de este agua no beberé" es mejor evitarlo o decirlo muy muy bajito, porque la realidad termina siempre por darte un buen bofetón de vuelta con aquello de lo que renegaste.
Decimos todo esto porque estamos convencidos que aquello sobre lo que hoy venimos a hablarte va a provocar en ti el mismo efecto. Cuando lo veas solo hay dos reacciones posibles: o te encanta, o te espanta. Si eres fashionista de pura cepa y tienes un carácter atrevido por el que te encanta jugar con la ropa y los complementos a tu gusto estás de suerte porque los creadores te lo quieren poner muy fácil este invierno. Ahora bien, para aquellas personas de gustos sencillos y discretos a los que les cuesta salir de su zona de confort esta tendencia es altamente complicada...
En efecto, como has podido ver son las capotas las que pretenden ser accesorio estrella en los próximos meses de frío. Esas mismas que forman parte esencial del armario de los bebés con mamás y papás de gustos clásicos y que no son más que capuchas independientes que cubren la cabeza hasta dejar el rostro cubriendo la cabeza. ¿Y cómo ha podido pasar para que hayan terminado por ponerse de moda? La verdad es que es todo un misterio pero es completamente cierto.
No sabemos cómo ha podido ser pero han ido poco a poco y casi sin que nos diéramos cuenta avanzando terreno hasta entrar en nuestras vidas. Las vimos sobre la pasarela de la mano de Miu Miu en lo que nos tomamos como una evolución del gorro de baño que hace unos años intentó convertir en must, pero después llegaría también Raf Simons para corroborar su apuesta. La suerte estaba echada.
Llegó el turno de quienes son referencia a la hora de elegir qué tendencias crecen y cuáles caen en el olvido y de decantaron por la primera de las opciones. El street style de la Semana de la Moda de París del pasado mes de octubre fue el mejor ejemplo de que el número de adeptas de este peculiar artículo estaba llamado a seguir creciendo.
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— Susan Jones Wed Apr 20 01:37:46 +0000 2011
Miremos los puntos a favor porque no todo son excentricidades. Si pensamos en las capotas desde un punto de vista puramente práctico comprobaremos que verdaderamente son efectivas a la hora de mantenernos calentitas con ellas puestas ya que, a diferencia de los gorros de lana o boinas que solemos llevar cuando las temperaturas son verdaderamente frías, estas cubren las orejas y una parte mayor de la cabeza por lo que en este sentido son mucho más prácticas.
Es más, como una maniobra de despliegue de esta corriente está sumando puntos también el pasamontañas o el verdugo, complementos que tapan también el cuello para templarnos aún más aunque por ello termine resultando agobiante (y si no que se lo pregunten a los miles de niños y niñas que en los 80 y 90 sufrían los efectos de llevarlo puesto cada mañana de invierno). Aquí son Balenciaga y Gucci las firmas que más han dicho al respecto pero se han unido muchas otras, incluyendo, claro está, las que no son de lujo. Maje, Zara y Stradivarius son algunos ejemplos de las que han querido incluir algún modelo en esta línea en sus tiendas y, aunque de momento no han sido tan vistos más allá de Instagram, aún quedan muchas jornadas por delante de frío para ver si esta tendencia se queda en un bluf o logra vencer prejuicios y quedarse.
Bien visto quizá ha llegado el momento de tirar de nuevo de refranero español como decíamos al comienzo del texto, pero no para negar la mayor sino para recordar aquello del "ande yo caliente y ríase la gente".
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