Cada primer domingo de noviembre, las zancadas sobre el asfalto de Nueva York se impregnan de un magnetismo único. No hay maratón como el de la Gran Manzana. Eso dicen todos los que han corrido alguna vez por las calles de la metrópoli. No es el más antiguo -el de Boston nació en 1897- ni el que cuenta con las mejores marcas mundiales -registradas en recorridos más llanos, como los de Londres o Berlín-, pero el aura que rodea esta prueba, que este domingo cumple su 50ª edición -no pudo celebrarse en 2012 por las consecuencias del huracán Sandy-, la ha convertido en la más emblemática y numerosa del mundo.
Muchas cosas han cambiado desde aquella primera carrera de 1970 en la que apenas participaron 127 atletas -sólo una mujer, Nina Kuscsiken- en cuatro vueltas alrededor de un entonces bastante degradado Central Park. Su punto de inflexión llegó en 1976 cuando George Spitz , un funcionario y corredor, propuso un maratón por los cinco condados. Vendió el proyecto al alcalde como una forma de ayudar a revivir la ciudad, tocada en ese momento por numerosos problemas económicos y un aumento de los delitos.
A partir de aquel momento, el maratón de Nueva York se convirtió en uno de los elementos más inclusivos para la ciudad, capaz de unir a la población local y a ésta a su vez con miles de extranjeros que reservan el primer domingo de noviembre para vivir la emoción de correr en la Gran Manzana.
Ese carácter único permitió al maratón de Nueva York recibir el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 2014,el segundo evento en lograrlo tras el Tour de Francia. Ahora, en 2021, retoma su formato presencial después de que la pasada edición sólo se disputara de forma virtual debido a la pandemia de coronavirus.
Tal es el aura que desprende el maratón de Nueva York que ningún atleta de élite que haya disputado la distancia quiere retirarse sin haber corrido allí. Por eso cada año se suceden los debuts en la carrera de los rascacielos. Esta vez es el turno, entre otros, de Kenenisa Bekele, en categoría masculina, o Peres Jepchirchir, en féminas.
El etíope, campeón olímpico de 5.000 y 10.000 metros y poseedor de la segunda mejor marca de la historia en maratón -a dos segundos del récord universal de Kipchoge, con 2.01:41-, correrá por primera vez en Nueva York, apenas 40 días después de hacerlo en Berlín, donde acabó tercero. Eso añade mayor incertidumbre a su rendimiento en la Gran Manzana.
Sin embargo, el etíope asegura que se encuentra en un gran momento de forma. "Haré un buen resultado. Por supuesto, estaré en una buena posición... Después de Berlín, me recuperé bien", aseguró Bekele en la rueda de prensa oficial.
Porque también para Bekele es un sueño correr en la Gran Manzana. "Nueva York es fantástica. Es una ciudad famosa. Estar aquí es fantástico. Soñé con estar en el Maratón de Nueva York y se va a hacer realidad ", añadió el maratoniano.
Será también el debut, pero en la distancia, de Kibiwott Kandie, el plusmarquista mundial de medio maratón (57:32), que tendrá como rivales a uno de los favoritos, pese a que parte con peor marca que Bekele: el holandés Abdi Nageeye, subcampeón olímpico en Sapporo el pasado verano.
En la carrera femenina, la nómica de atletas es impresionante, con dos medallistas olímpicas: Peres Jepchirchir, oro en Sapporo, y Molly Seidel, bronce en la misma competición. La keniata, con 2.17:16 como marca personal, debuta en Nueva York y quiere hacer historia y convertirse en la primera campeona olímpica en ganar el maratón de la Gran Manzana. Tendrá rivales como la estadounidense, que la acompañó en el podio olímpico, o Helalia Johannes y Abel Yeshaneh, entre otras.
"El recorrido no es fácil, pero haré todo lo posible", dijo Jepchirchir. "Sé que tenemos aquí atletas fuertes".
Todos ellos buscarán este domingo comerse la Gran Manzana, es decir, triunfar en el marco de una incomparable edición del maratón de Nueva York: el 50ª aniversario, que coincide, además, con el regreso de la prueba tras la pandemia. También los corredores populares, los que han hecho grande esta carrera, quieren probar ese jugo y dar su particular bocado a esos 42,195 kilómetros, quizás los más emblemáticos a nivel mundial. Porque correr en Nueva York... 'is different'.