De todos los jugadores que pueblan el planeta básket, Kevin Durant es el que muestra el repertorio más amplio y el que mayores muestras da de ser imparable. Es un jugador frustrante para todo defensor que por mucho que se esmere en su marcaje, acaba con la sensación de haber sido ampliamente superado.
Esa es la imagen que volvió a dejar ante los Sixers, 122-113, en un partido en el que dio todo un recital con 34 puntos, 11 rebotes, 8 asistencias anotando hasta jugadas de cuatro puntos decisivas y repartiendo pases que sólo veía él. Lleva tiempo instalado en el top de jugadores más completos de la NBA, pero a veces su superioridad es casi insultante.
Ante Philadelphia el partido era comprometido. Primero por las muchas bajas de los Nets, entre ellas la de James Harden, por culpa del covid. Y sobre todo porque enfrente estaba otro depredador como Joel Embiid que suele aprovechar los partidos ante las grandes estrellas para reclamar su trono. El camerunés se fue hasta los 32 puntos y 9 rebotes, pero no logró la victoria para su equipo, como sí hizo KD.
Ya metidos en el mes de diciembre se reaviva con fuerza el debate sobre la carrera por el MVP. A estas alturas, Durant es uno de los más firmes candidatos desde que comenzó la temporada. Su rendimiento, sublime y el primer puesto en el Este de los Nets le confieren un absoluto favoritismo, y sólo un superlativo Stephen Curry, al nivel del MVP que ganó en 2016, o ese extraordinario Giannis Antetokounmpo están impidiendo que la NBA le de el premio ya mismo.
Ver a Durant es una delicia por la cantidad de registros que usa en un partido, en una jugada. Quizá estemos hablando del jugador más determinante de los últimos años cuya recuperación de una lesión tan grave como el Aquiles es casi milagrosa.
Ante los Sixers, Durant acabó entre cánticos de ¡MVP, MVP! y el jugador quiso devolver tanto carió al público al final: "No hay nada como jugar en Brooklyn. Muestran un gran amor y aprecian el mejor baloncesto. Vamos a seguir luchando por ellos".
Resultados de la jornada
Cuando se reparten las papeletas de candidatos al título, a los Suns les suelen tocar pocas, muy pocas. Comenzaron con esas dudas que muchos aprovecharon para pensar que el equipo había tocado techo con una final y ya sólo le esperaba una dura caída. Pero no. La temporada regular de los de Arizona está siendo tan fabulosa que son el mejor equipo de la Liga igualado con los Warriors.
Tras ganar a los Washington Wizards por un amplio 118-98, los Suns lideran el Oeste con el mismo balance de Golden State, 23-5. Desde el pasado 27 de octubre han ganado 22 de los 24 partidos que han disputado incluyendo la mejor racha de la Liga, 18 victorias seguidas. Y son un conjunto coral, algo que suele dar muchas garantías. Ante los Wizards ningún jugador de Phoenix llegó a 20 puntos, pero ocho de ellos alcanzaron o superaron los 10, entre ellos los cinco titulares. Estaría muy bien que los máximos candidatos se tomen muy en serio a estos Suns, que buscan repetir experiencia en la final.
No hace falta anotar 35 puntos para ser de lo mejor en la jornada de la NBA. A veces un jugador que logra sólo 15 puede estar en la lista de los más destacado si, como ocurre con Miles McBride, firmas una línea estadística sin pérdidas.
Porque es muy poco habitual acabar un partido con 15 puntos, 9 asistencias y 4 robos en 36 minutos saliendo desde el banquillo y no haber perdido ni un sólo balón. McBride fue el mejor en términos de rendimiento completo en la victoria de los Knicks ante los Rockets, 103-116, un choque en el que Usman Garuba apenas tuvo dos minutos de acción.