Marta D. Riezu: "No tienes derecho a un vestidito por semana porque tú lo vales".

Por : ujikiu / On : 12/09/2022

Dicen que lo primero para superar un problema es reconocerlo, y le periodista Marta D. Riezu se dio cuenta a causa de ese escaparate de problemáticas y errores que es una mudanza de que, como ella misma asegura, llevaba 15 años haciendo mal las cosas. Con semejantes palabras comienza el ensayo 'La moda justa' (Anagrama), un libro que (no digáis que no os hemos avisado), en cuanto leáis, despertará en vosotros a ese adormilado Pepito Grillo cada vez que compréis en algún templo del ‘fast-fashion’. No es extraño, al sorprenderte a ti misma llenando el carrito de la compra virtual de una de estas tiendas ‘low cost’ en el que se acumulan más caprichos que necesidades y por supuesto, que cuestiones morales y/o sostenibles, pensar que te mereces esos pequeños caprichos o que tu salario no te permite ir apostar por otras marcas cuya ética impone un precio más elevado. Para esos pensamientos, Marta también tiene respuesta. “Precisamente porque el dinero cuesta tanto de ganar debe uno mirar muy bien a quién se lo da", dice en su ensayo, repleto de datos que te harán mirar con cierta culpabilidad a tu armario. ¿Un ejemplo? Cada español genera de media al año unos diez kilos de desperdicio textil. Lo sabemos: 'Auch!' Por si fuera poco, indica que ni siquiera el alquiler de moda, que se erige como la alternativa sostenible para que las ‘fashion victims’ puedan presumir de novedades sin dañar al planeta, es tan santo como lo pintan. “La limpieza de la ropa (tintorería) y el transporte (cambios de opinión y talla, devoluciones y paquetes arriba y abajo) son dos elementos poco sostenibles. Quizá preferiría un alquiler más largo, un trimestre en lugar de una semana, por ejemplo. Si me das a elegir, prefiero las plataformas tipo Vestiaire Collective”, nos cuenta.

Anagrama

Pero la autora de La moda justa no quiere hacernos sentir (necesariamente) mal ni ha venido a dar lecciones, pues ella misma asegura ser el mejor ejemplo de que se puede vestir de un modo más juicioso aún siendo egoísta e inconstante. Su objetivo es que logremos crear un armario sostenible cuyo origen sea conocido y lo más respetuoso posible con el entorno. Hablamos con Marta D. Riezu para saber cómo lograrlo y para descubrir si es posible trabajar en moda sin que la conciencia termine con nosotras. Sí: esa pregunta la hemos hecho a título personal…

¿Es posible hablar de moda "buena" y moda "mala"?

Marta D. Riezu:

Sí. La moda "mala" solo hace ganar dinero a muy pocos (a los trabajadores y a los proveedores los asfixia) y proporciona un placer efímero y engañoso a los compradores. La moda "buena" ayuda a varias comunidades muy distintas entre sí, tiene una huella ambiental menor y aporta utilidad y belleza a la vida del cliente, al que educa. Una buena marca siempre te lleva de la mano a otra buena marca. Una firma podrida solo te lleva a decir adiós a veinte euros.

¿Es posible dormir con la conciencia tranquila siendo periodista de moda y sabiendo que la industria textil es un modelo basado en la explotación de la pobreza?

Es posible dormir a pierna suelta trabajando de casi cualquier cosa. No hay trabajo del todo limpio. Yo me gano la vida con la televisión y mis textos, no vivo de la moda. Eso (y mi inconsciencia y estupidez) me permiten hablar libremente. La mayoría de periodistas de moda que conozco saben lo que hay y hacen lo que pueden. Todos estamos un poco atados de pies y manos por anunciantes o por el paro.

Estar informados nos protege. ¿Nos hemos acostumbrado a comprar a lo loco, a no esforzarnos?

Nos hemos acostumbrado al "yo tengo derecho a". Perdón, ¿qué derecho ni qué niño muerto? Derechos los de la constitución, y poco más. No tienes derecho a un vestidito por semana porque tú lo vales. Eso es ser un inconsciente, y si se quiere vivir en paz en sociedad (no digamos ya educar a un hijo en la decencia) no se puede vivir inconscientemente. El ahorro queda fuera de la ecuación para muchas personas, así que solo queda priorizar y elegir a qué hacemos sitio en nuestra vida, a qué renunciamos.

¿Es culpa de las marcas no darnos información, o es nuestra responsabilidad pedirla?

Creo que la responsabilidad es suya, pero como la información no siempre es exacta o fidedigna (ni está bien explicada) ahí debería entrar nuestra parte más activa y exigente. Ante la duda, no se compra y andando. Hay demasiadas marcas ahí fuera como para quedarse con algo dudoso y mediocre. Y no hay titulares absolutos. 'Lo local es siempre mejor'. Bueno, no siempre. 'Lo sintético es mejor que lo natural'. Pues tampoco. Yo prefiero el econyl a la lana merino de prácticas de 'mulesing'. 'Lo caro siempre es más fiable que lo barato'. Error. Cada prenda es un nuevo examen de discernimiento.

Marta D. Riezu

Prefieres una militancia culta y esteta. ¿No es algo esnob?

Bueno, es que la moda responsable tiene para muchos unas implicaciones hippies de discurso y estéticas que encuentro naíf y limitantes. Creo que se puede ir hecho un pincel y ser coherente con los propios valores. Ser esnob es buenísimo. No tiene nada que ver con la frivolidad ni la vanidad ni el desprecio, sino con darle la vuelta al juego. Se nos ha dicho que la moda rápida democratiza, pero solo nos beneficia a nosotros. A la otra mitad del mundo la explota, la pudre y la esquilma. Una marca de moda que se relacione con la cultura (como Hermès, Serge Lutens o Loewe) tiene mi respeto. Pero no hay marca que esté 100% libre de pecado, igual que es imposible encontrar a un ciudadano que lo haga todo bien. Lo importante es acometer pequeños cambios que con el tiempo supongan una mejora sustancial. Si pensamos "o cambio mi armario de arriba abajo o sigo como ahora", nunca avanzaremos. Se progresa muy poco a poco.

¿No crees que tendemos a romantizar lo artesanal?

¡Claro! Lo artesanal 'per se' no siempre es bello ni funcional. Hacer algo a mano es un talento, eso es innegable, pero hay muchos grados de maestría. Lo que yo defiendo es una alta artesanía (de nuevo, nada que ver con el precio), relacionada con la excelencia y tradición. Tu vecino que hace ceniceros de barro no es artesano (bueno, ojo, igual es un genio y lleva dentro una Eva Zeisel, pero es poco probable).

Te preguntas cómo encontrar a profesionales que dominen la restauración y la artesanía. ¿Qué te parece La Hacería, de Moisés Nieto?

Me parece un proyecto muy respetable y necesario. Cualquier directorio que reúna a personas con talento, las haga más visibles y ayude a que ganen dinero no es solo útil, sino que construye algo real y a largo plazo. Moisés contra Goliat.

En el libro señalas las sombras del método Marie Kondo. ¿Cómo nos despedimos de lo que no queremos con dignidad?

Tirar no siempre es la solución. Nos libramos de ropa perfectamente válida. La prueba es que todos nos fustigamos cuando recordamos alguna prenda que dimos hace años. Yo las recuerdo como si las tuviera delante, me auto lapidaría con un menhir por haber sido tan tonta de librarme de ellas alegremente. Sí estoy a favor de tener poco y bueno. Pero si tienes mucho y puedes usarlo, adelante. Lo que no es viable es tener mucho y nuevo cada seis meses.

Le comenté a una amiga que me había encantado el libro y me sorprendió mencionando una frase que en él escribes: "Hay quien apenas puede pagar moda rápida. Pensar lo contrario es esnob". Y añades que lo clasista es afirmar que quien tiene un sueldo bajo ha de resignarse a una calidad discutible...

Es importante recordar que hablo en un contexto de necesidades cubiertas. Si no tienes empleo o casa o salud la moda debería importarte un pito, francamente. Hay otras urgencias. Pero en un día a día en el que tienes todo lo básico creo que cualquiera debe poder aspirar a lo mejor. La calidad siempre ahorra dinero. Y es ejemplarizante. Mis padres compraban con muchísima cautela, y yo me fijaba. No todo el mundo tiene ese precedente, pero se puede aprender solo a elegir mejor.

Tener un guardarropa sensato parece lo opuesto a amar las tendencias. ¿Podría ser la criptomoda la única alternativa sostenible para las que aman la moda y su fugacidad?

Hoy por hoy parece solo una anécdota efectista y metafórica de nuestra obsesión por la imagen y el estatus. Hace nada Zara sacó su colaboración con Ader Error. Con los NFT tú “tienes pero no tienes”, y puedes presumir de ello en ciertas plataformas. Todo depende de qué peso tenga el mundo virtual en tu vida. ¿Quién interpretará lo que sea ético o legal en el metaverso, que no está ligado a un principio de territorialidad ni a leyes específicas para cada país? No lo veo claro. En Internet, ahora mismo, somos más consumidores que ciudadanos, y eso no me gusta nada.

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