Moda y horóscopo: historia de una larga (y muy lógica) obsesión

Por : ujikiu / On : 05/09/2022

ANÁLISISPañuelos con horóscopo, vestidos bordados con el zodiaco… la moda vuelve a ser reflejo una vez más del periodo de incertidumbre que vivimos

Por Nuria Luis

Acompañar el café de la mañana con la consulta del horóscopo y hablar de Mercurio retrógrado como el causante de una mala semana se ha convertido en parte de la rutina diaria. Incorporar la astrología en nuestra vida hace tiempo que dejó de restringirse a señoras enfundadas en caftanes que echaban las cartas del tarot. La generación millenial ha probado ser un público de lo más receptivo. Y sin renunciar, además, a la parte más racional de sus vidas: como recogía un artículo de New Yorker en 2019, los milénicos que no ven una contradicción en creer en la ciencia y consultar la astrología estaban provocando un resurgimiento de la práctica. Una práctica que, en cuestión, se ha hecho con todo Internet de un tiempo a esta parte. Está presente en Twitter, en los astrólogos convertidos en los nuevos influencers de Instagram, en la proliferación de cientos de apps como Co-Star o Sanctuary.

¿Por qué triunfa el horóscopo entre las generaciones más jóvenes? Hace un par de años, The Atlantic recogía en un reportaje que la gente recurre a la astrología en tiempos de estrés: un pequeño estudio de 1982 dirigido por el psicólogo Graham Tyson demostró que las personas que consultaban a los astrólogos lo hacían para responder a los factores de estrés en sus vidas, particularmente ligados a los roles sociales y de sus relaciones personales. “En condiciones de altos niveles de estrés, el individuo está preparado para usar la astrología como un medio de afrontamiento, aunque en condiciones normales no crea en ella”, escribía Tyson. En ese mismo artículo se apuntaba a otro estudio de la American Pyschological Association que definía a los millenials y a la generación X como las generaciones más estresadas desde 2012 (más incluso que generaciones más mayores). Consultar los astros se presentaría como un bálsamo frente una combinación de estrés y una incertidumbre por el futuro que se incrementa en periodos como el actual. De hecho, el New Yorker también aludía a que la popularidad de la astrología se explica mano a mano con el declive de la religión organizada y el aumento de la precariedad económica: “En tiempos de crisis, se dice a menudo, la gente busca algo en lo que creer”, comentaba Christine Smallwood en la publicación norteamericana.

En 2017, la pronosticadora de tendencias WGSN declaraba que la “espiritualidad era la nueva norma”, con un informe en el que se mencionaban eventos como fiestas de media luna y terapias alternativas entre los millenials. Ese mayor interés no solamente se hizo con Internet: como una esfera más del reflejo cultural, la moda fue un perfecto escenario para manifestar (y capitalizar) todo lo relacionado con el esoterismo, como las brujas, las imágenes de las cartas del tarot y, por supuesto, la devoción por el zodíaco.

Llevar colgado del cuello el signo del horóscopo personal es una de las máximas que sigue omnipresente en portales de lujo como Net-à-Porter o Moda Operandi y firmas que van de de Brooke Gregson a Sarah & Sebastian. Pero el sector va mucho más allá: no se conforma con tener marcas de moda que llevan nombres del horóscopo (Aries) y campañas que hacen hincapié en su estética (como la de Gucci con Tippi Hedren). La astrología ha demostrado ser una muy rentable fuente de ingresos a gran escala para la industria que se manifiesta en prácticamente toda marca y pieza del armario que se nos ocurra. Que el horóscopo se haya convertido en un elemento más de la cultura pop es un hecho que queda patente entre marcas con más solera como Yves Saint Laurent y otras más jóvenes como Paloma Wool. Aunque apostar por estrategias que se adecúan a los intereses de una clientela más joven es una de las obsesiones del mundo del lujo, la astrología viene a ser como matar dos pájaros de un tiro: una fijación que no entiende de edad y nos conecta con esa parte más íntima del subconsciente.

En 2020, ese interés parece cobrar más sentido que nunca ante la incertidumbre provocada por la crisis del coronavirus. Y la moda ha vuelto a hacerse eco: desde la semana pasada es posible encontrar en Zara, por ejemplo, sets personalizados con el símbolo del horóscopo y pañuelos en el que también aparecen diseños del zodíaco, cada uno con su correspondiente símbolo estampado en seda. En esa misma línea, sobre la pasarela podemos encontrar toda una retahíla que va de los vestidos de la colección de otoño de Markus Lupfer a los bordados casi místicos de Mary Katrantzou para el verano. La colección masculina de Balmain tampoco escapaba en sus estampados de otoño a la fascinación por el zodíaco: Olivier Rousteing incluyó varias prendas con un print de tipo pañuelo: “Estamos todos juntos. Tenemos un mismo cielo y lo miramos juntos. Simplemente somos nómadas, nómadas del mundo”, confesaba el director creativo para Vogue.com. Los últimos años ponen de manifiesto la reiteración de la astrología en los desfiles, en pequeñas o grandes dosis. Una de las colecciones que más énfasis hizo fue por ejemplo la última de Emilio Pucci con Peter Dundas al frente: una propuesta, la de otoño 2015, cuajada de prendas que emulaban cielos estrellados repletos de bordados con símbolos del zodíaco. Estaban por todas partes, con un final en el que Dundas hizo desfilar a sus modelos favoritas en vestidos de punto personalizados: Anja Rubik con el símbolo de Cáncer, Joan Smalls con el de Leo, Lily Donaldson con el de Acuario.

Moda y horóscopo: historia de una larga (y muy lógica) obsesión

Como explicaba The Atlantic, la fiebre por los astros (representada también en la moda) no es precisamente nueva. Ya en 1552 Luca Gaurico, astrónomo y astrólogo de Catalina Médici, publicó un libro sobre los horóscopos de papas, cardenales, príncipes y otras figuras relevantes de la época. En el s. XX, la práctica ha tomado diferentes formas, como el movimiento New Age de los años 60 y 70, con un auge del zodíaco (de hecho, algunos se refieren al New Age como ‘la era de Acuario’). Entre el New Age y la actualidad el horóscopo no se ha ido a ninguna parte: los pañuelos de Zara con símbolos zodiacales ya los llevó, a su manera, Jackie Kennedy a principios de los años 90 con un pañuelo, un carré de Hermès llamado ‘Astrologie’, que apareció por primera vez en 1963 y que también han llegado a llevar Oprah Winfrey y Christine Lagarde.

El interés de las marcas y los diseñadores por el zodíaco a lo largo de las décadas subraya su carácter ageneracional. Antes de que Fendi o John Galliano lo incluyesen en los años 90, varios de los nombres más representativos de la moda del s. XX hicieron de la astrología uno de sus sellos de identidad. El crack del 29 fue un buen punto de partida: la primera columna sobre astrología en un periódico surgió, recogía New Yorker, en agosto de 1930 para el tabloide británico Sunday Express, a raíz de la caída de la bolsa. La ocasión coincidía con el nacimiento de la princesa Margarita. Lo que las estrellas predicen para la nueva Princesa fue tan popular (y una distracción tan increíble) que se convirtió en un texto recurrente. En esa misma década, entre la crisis del 29 y las revueltas en una Europa al borde de la Segunda Guerra Mundial, Elsa Schiaparelli dirigió su moda escapista hacia el zodiaco. La del otoño de 1938 (aunque el MET la sitúa en verano de 1937), fue una colección cuajada con una iconografía celestial, inspirada en el sistema solar, las constelaciones, la astronomía y la astrología. En 2016 la maison italiana reinterpretó una de las piezas más icónicas de esa colección: una chaqueta en azul oscuro bordada por la casa Lesage con motivos de galaxias, lunas crecientes, cometas, planetas plateados y estrellas en explosión. Doce glifos bordados en las solapas de la pieza representaban los doce motivos del zodíaco en su frente. La Ursa Major, conocida como la Osa Mayor, iluminaba el hombro izquierdo. Una referencia que también guardaba relación con su propia historia personal: su tío Giovanni Schiaparelli, hermano de su padre, era director del observatorio Bera en Milán. Un astrónomo que se había labrado una fama en su campo por su descubrimiento de los canales de Marte y que Elsa recordaba con cariño: “Yo le gustaba porque solía decir que había nacido con la constelación de la Osa Mayor en mi mejilla. Eran, claro está, lunares. Solía llevarme a mirar las estrellas a través de su gran telescopio, sosteniéndome en sus brazos”, escribe Schiaparelli en su autobiografía, Shocking Pink. Aludiendo de forma constante al inagotable imaginario de la diseñadora, la casa también recurrió a sus motivos astrológicos en la colección de otoño de Alta Costura en 2016, con delicados vestidos negros que también incluían los símbolos del zodíaco.

La astrología siempre se ha usado para saber cuándo cosechar o cuándo entrar en guerra. Según New Yorker, Theodore Roosevelt mantenía a mano su carta de nacimiento, mientras que otros políticos como Charles De Gaulle, François Mitterrand o Ronald Reagan acudieron a los astrólogos en algún momento. Los astros igual podían servir para los designios políticos que a los de la moda: fue una tarotista la que le insistió a Christian Dior para que abriese su propia firma en 1944. Como una consecuencia lógica de esa fascinación por los videntes y las cartas heredada de su abuela materna, Madame Delahaye se convirtió en una figura imprescindible para el couturier. Todo un universo esotérico que le ha servido de inspiración a sus sucesores, como Maria Grazia Chiuri: para la colección de Alta Costura de primavera verano 2017, la italiana también incluyó algún vestido bordado con varios de los motivos del zodíaco.

Hablando de la complejidad de realizar un sencillo vestido negro, Coco Chanel le explicaba a su amigo Paul Morand que la extravagancia anula la personalidad, haciendo referencia precisamente a una alusión astrológica: “Aquella princesa, tan contenta con su chal de color verde sobre el que están grabados los signos del zodiaco, solo sorprenderá a los ignorantes”, recogía en Allure Chanel. Un ejemplo ilustrativo pero bastante paradójico, dada la profunda superstición de Gabrielle con el horóscopo. Al menos, con el suyo propio: su signo, Leo, es el quinto del zodíaco. Dos símbolos, el león y el número cinco, que forman parte del ADN de la casa: “Soy Leo y como él, enseño mis garras para protegerme a mí misma”, declaró la diseñadora una vez. Toda su vida mantuvo la estatua de un pequeño león junto a sus cigarros y sus tijeras, y fue parte de sus diseños, de los botones de sus trajes de tweed. El león no es solo un motivo reiterativo de su línea de joyería. Karl Lagerfeld lo transformó, por ejemplo, en el protagonista absoluto del desfile de otoño en 2010, con una enorme estatua del animal en medio del Grand Palais de París. A su manera, las estrellas también son un motivo (astrológico) propio de Coco, sobre todo desde que comenzase a experimentar con ellas en su colección Bijoux de diamants de 1932: “Quiero cubrir a las mujeres con constelaciones. Estrellas, estrellas de todos los tamaños”, dijo en su día al respecto.

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Por Tatiana Ojea

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