Todo lo que Erdem defiende con los referentes literarios de su colección de primavera 2022

Por : ujikiu / On : 25/02/2023

ModaEdith Sewell y Ottoline Morrell son la principal inspiración de una propuesta con la que el diseñador inglés hace una oda al exceso y a la belleza única

Por Nuria Luis

Hay diseñadores a los que se le puede ubicar en una época muy particular de la historia. Si Halpern es un nostálgico de los años 70, Erdem (Moralioglu) parece estar recordando en 2021 una vida pasada que comenzó a finales de s. XIX. La firma británica, que celebra su 15º aniversario, recurre de nuevo a ese Olimpo particular en el que tiene ensalzadas a algunas de las figuras más curiosas de la Belle Époque. Cecil Beaton fue uno de ellos el año pasado, junto a Tina Modotti. Fanny y Stella, pioneras del travestismo decimonónico, representaron otro ejemplo muy ilustrativo de 2019. En 2021, los referentes son más literarios, pero igual de significativos.

Su propuesta, presentada en el marco de la Semana de la moda de Londres, elige Bloomsbury como escenario de referencia. Comentaba Vogue.com que desde que se mudó a su casa en este barrio del corazón de Londres su trabajo se ha vuelto más recatado y de carácter sobrio. También le está sirviendo para abrir la puerta a algunos fantasmas: este año Edith Sitwell y Ottoline Morrell son la ilustre inspiración de un desfile que ha tenido lugar en el British Museum, en pleno Bloomsbury. “Me sentí realmente fascinado con estas dos mujeres, quienes se conocían e hicieron donaciones al museo”, confesaba el diseñador británico el backstage.

De cara a la primavera 2022, Moralioglu vuelve a hacer uno de sus viajes en el tiempo a través de siluetas tomadas de la primera mitad de siglo XX. Acude a los bordados de flores, los estampados botánicos, las telas de Jacquard y el bordado inglés para una visión actualizada que evoca el refinamiento del pasado. Resulta algo intrínseco a Erdem: con el diseñador, no todo tiempo fue mejor, pero si se puede sacar lo mejor de él. Eso sí, descontextualizado a base de mezclas entonces imposibles, como delicados vestidos con brogues y zapatos tipo monk strap. Unas combinaciones un tanto dicotómicas que le sirven al creador inglés para hacer hincapié en una poderosa idea que asoma en todos sus desfiles: la defensa de un estilo único llevado hasta sus últimas consecuencias.

Es, al menos, la conclusión que se destila de los dos referentes antes mencionados para esta colección. Por un lado, la firma británica abría el desfile con una obra de Edith Sitwell, la excéntrica poeta británica emparentada con Tilda Swinton. Por el otro, mencionaba a Ottoline Morrell, aristócrata que ejerció como mentora y mecenas de muchos integrantes del círculo (literario) de Bloomsbury, al que perteneció Virginia Woolf. Aunque se necesitarían como mínimo un par de artículos para desglosar cada una de sus dilatadas trayectorias y biografías, la elección de ambas musas por Erdem puede resumirse aquí gracias al patrón que ambas aristócratas británicas compartían. Su belleza única y singular, ajena a los cánones de la época, es una de las mejores lecciones que se pueden extraer del desfile. Por ejemplo, Sitwell, célebre por su nariz aquilina, fue obligada por sus padres a llevar un braguero para corregirla, además de un corsé ortopédico para la espalda, al que llamaba “mi Bastilla”. En algunas cartas de los intelectuales de la época, especialmente los de Bloomsbury, se caricaturiza a Ottoline como una especie de payaso: “La hermosura de Ottoline, como todo en ella, estaba en la frontera con el exceso”, escribe Rosa Montero en las páginas que le dedica dentro de Nosotras. Historia de mujeres y algo más. “Era muy alta, sus rasgos eran demasiado grandes, su aspecto demasiado distinto. Las fotos dan fe de ese precario, insólito equilibrio".

Todo lo que Erdem defiende con los referentes literarios de su colección de primavera 2022

Es precisamente ese cariz el que no solamente define el aspecto de Sitwell y Morrell, sino también su guardarropa. Incluirlas en el moodboard del desfile es rendir un tributo al estilo más recargado y excesivo, aunque Erdem haga un ejercicio de relativa sobriedad en esta colección. Para Sitwell, la modestia era la muerte de una mujer poeta y la ropa, un arma con la que vencer su timidez. Todo en ella era barroco, desde sus turbantes y sus vestidos medievales, hasta sus joyas, incluidos sus enormes anillos de aguamarina y ámbar. “No soy excéntrica. Estoy más viva que el resto de personas. Soy una impopular anguila eléctrica en un estanque de siluros” declaró en una entrevista con la revista Life en 1963.“Supe que tenía razón al vestir diferente del resto de chicas porque yo era distinta e individual. Nunca he mirado atrás".

Como describe Rosa Montero, Ottoline Morrell fue otro anacronismo andante que actuaba, vestía y hablaba como un personaje de un Renacimiento un tanto ficticio. Disfrutó enormemente de vestir atuendos bohemios que ella misma se inventaba y le disgustaba que otros tratasen de imitarla, ya que en la singularidad encontró un gran placer. Sin embargo, también la soledad: “No es divertido ser una rareza, porque hace que uno se sienta eternamente solo “, escribió en su diario. Su forma de vestir también le granjeó malévolos comentarios por parte de varios autores, incluida Virginia Woolf: ”Es como sentarse bajo un lirio de agua con una barra dorada en medio”, escribió en 1907; “echando polen, o lo que quiera que sea que seduce a la abeja macho”. A pesar de todo, acabó por admirarla y hacerse íntima de Ottoline, pero esa ya es otra historia. En cualquier caso Erdem ha conseguido refrescar la historia de dos figuras a las que se les puede aplicar la misma frase que utiliza Montero para hablar de Ottoline: "Nunca común y corriente, jamás olvidable”. Que se siga acudiendo a ellas como inspiración en 2021 no hace sino reforzar la inmortalidad de un estilo tan particular.

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Por Redacción Vogue.es

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