«Me han prohibido acceder a un autobús de Valencia por ir escotada y poder ofender a los demás pasajeros. No es un bikini, es un top y no voy enseñando nada. Me he sentido discriminada». Con estas palabras, la joven Cristina Durán denunciaba el pasado 7 de agosto en su cuenta de Twitter el altercado que vivió al intentar subir a un autobús de la Empresa Municipal de Transportes de Valencia (EMT Valencia) ataviada con un top lencero de color blanco. Acompañando su queja, la valenciana colgó una foto del estilismo que lucía en el momento en el que el conductor le prohibió la entrada al bus. «En otros dos autobuses sí que he podido acceder. ¿Normativa o discriminación?», se preguntaba.
El tuit, que no tardó en hacerse viral y que acumula más de mil retuits y casi tres mil ‘me gustas’ en el momento de escribir este artículo, ha abierto un debate en la red social. Desde la dirección de comunicación de EMT Valencia confirman a S Moda que «se han puesto enseguida en contacto con Cristina para pedirle más información sobre lo ocurrido» y que «analizarán internamente lo sucedido».
Mientras tanto, cientos de usuarios discuten en el patio de Twitter sobre si lo que llevaba Cristina Durán era en realidad un sujetador o un top y sobre si, sea lo que fuere, es el conductor quién debe etiquetar una prenda o prohibir la entrada a un pasajero por su vestimenta. De acuerdo con el Reglamento de Prestación y Uso del Transporte Urbano en autobuses para la Ciudad de Valencia, aprobado por el Ayuntamiento y de aplicación desde el 15 de Noviembre de 2019 y disponible en la página web de la empresa, no existe ninguna norma específica sobre el código de vestimenta que debe seguirse en los autobuses de la capital valenciana.
Entre las prohibiciones recogidas en el reglamento –fumar, consumir alcohol o drogas, subir al bus cuando esté completo o apearse por la puerta delantera, entre otras muchas– no existe ninguna referencia concreta al acceso vistiendo determinadas prendas. «No hay norma que estipule que no puedo acceder así. Y en caso de que la hubiese, debería de estar a la vista de todos los usuarios que vayan a acceder al bus. Y las únicas que hay, están en el interior, y antes tienes que acceder para leerlas», contestaba la propia protagonista de la historia a uno de los múltiples comentarios recibidos en su cuenta de Twitter. Muchos tuiteros han apoyado su postura indicando que ellos mismos han viajado en los autobuses de la empresa en bañador, bikini o con el torso desnudo sin ninguna restricción. «Luego subo yo sin camiseta y en chanclas viniendo de la playa y no me dicen nada, en fin», escribía el tuitero @Danisconnected.
El debate en la red social también se ha centrado en discernir si lo que lleva la joven puede considerarse como un ‘top’ siendo, por tanto, una prenda pensada para llevar por la calle, o si, por el contrario, se trata de un sujetador. En el mercado es posible encontrar sujetadores muy similares a la pieza que lleva Durán –sin aro y con encaje bajo el pecho–, pero también existen microtops con características y dimensiones muy parecidas. La línea que separa ambas prendas es tan fina como la que puede marcar la diferencia entre una combinación y un vestido lencero. «La combinación hoy en día también se usa como vestido, igual que pasa con los sujetadores, que se han convertido en una prenda exterior similar a los corpiños», aclaraba al respecto Cristina Soto, experta en historia de la indumentaria, en un reciente artículo publicado en S Moda. Quizá el término más adecuado para definir la prenda de la discordia sea ‘bralette’, un concepto que hace referencia a una especie de sujetador pensado para llevarse a la vista (total o parcialmente). Celebridades como la modelo Kendall Jenner lograron ponerlo de moda hace unos años luciéndolo por la calle o en festivales como Coachella.
Se trate o no de un sujetador, en Valencia no existe una ordenanza municipal que prohíba pasear por sus calles sin camiseta como sí ocurre en otras ciudades de nuestra geografía como Barcelona o Valladolid, en las que los ciudadanos pueden ser multados. Tal y como explicó la exconcejala responsable de la Policía Local de Valencia, Anaïs Menguzzato, en una entrevista con La SER, «según las normas y ordenanzas se podría pasear sin camiseta o en bikini, aunque la policía puede animar a los ciudadanos a que se vistan para ir por el centro de la ciudad, pero no multarles». Aunque el Tribunal Supremo ha avalado la ordenanza que prohíbe ir desnudo por la calle en varias ocasiones, la anula en el caso de ir «casi desnudo» o «con ropa similar al bañador», al considerarlas «excesivamente inconcretas e indeterminadas». Sería este el caso del controvertido top-sujetador.
No es la primera vez que se impide la entrada a una mujer a un transporte público por su ropa. Ocurrió, por ejemplo, cuando la compañía aérea Vueling prohibió el acceso al avión a una joven que iba vestida con un body que fue calificado como «bañador» por la aerolínea. A pesar de cubrirse con un fular como le pidieron las dos azafatas que le impidieron el paso en un primer momento, la pasajera, la granadina Laura C., terminó quedándose en tierra. El vídeo en el que se podía escuchar cómo las azafatas le impidieron el paso ante las protestas del resto de pasajeros no tardó en hacerse viral y la asociación Facua-Consumidores en Acción presentó una denuncia contra Vueling por lo que tacharon de «denigración machista». Solo un mes antes una mujer británica había denunciado que fue expulsada de un vuelo de EasyJet por llevar una blusa escotada y transparente.
Basta con tirar de hemeroteca para comprobar cómo otros casos similares se repiten en forma de titulares en distintos países y por diferentes estilismos, todos ellos acusados de «provocativos», «demasiado sexis» o «inadecuados». La historia de una chica que fue expulsada de un autobús en Alemania por «distraer al conductor con su pronunciado escote» o la de dos jóvenes que no pudieron volar en United Airlines por vestir leggings son solo algunos ejemplos más que se suman a la denuncia de Cristina Durán.
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