Pueden hacer que cualquiera diga lo que quiera. Popularizados hace al menos 3 años, el funcionamiento de los los deepfakes es complejo aunque fácil de enunciar.
Tomando una imagen real, máquinas de deep learning movidas por IA son capaces de generar videos falsos en los que es posible, por ejemplo, ver a Obama llamando idiota a Donald Trump.
Hasta el momento, este tipo de falsificaciónes se habían centrado sobre todo en famosos de toda índole, desde expresidentes hasta actores y actrices más o menos célebres.
Sin embargo, Hour One, una empresa israelí, quiere darles otro uso: emplear imágenes de personas anónimas para que las empresas puedan generar videos corporativos sin necesidad de actores.
La empresa, según ha contado al medio especializado Technology Review, cuenta ya con un portfolio de más de 100 rostros anónimos. Pero quiere más.
Para lograrlo, ha habilitado en su web un casting al que puede presentarse cualquiera. No hace falta cumplir ningún requisito especial: ni desfilar con gracia en pasarela ni, mucho menos, saber actuar.
Basta con mandar una foto. A partir de ahí, la empresa criba en base a sus necesidades (ahora mismo abundan rostros menores de 50 años de mujeres, por ejemplo) y se queda sus candidatos predilectos.
Después, Hour One utiliza una cámara 4K para filmar a sus modelos haciendo diferentes expresiones faciales con una pantalla verde de fondo.
Y eso es casi todo. El resto lo hace la magia de la IA.
Una IA puede adivinar la etnia en la que se reconoce una persona a través de radiografías y los expertos no tienen claro por qué
Conectando los datos resultantes a un software, Hour One puede generar una cantidad infinita de secuencias de una persona diciendo lo que quiera en cualquier idioma.
Finalmente, las empresas eligen al rostro de su campaña, encargan el video con el texto que ha de decir, Hour One lo hace, el cliente paga por ellos y los modelos se llevan una pequeña comisión.
Esta, especifican desde la empresa, se mide en dólares, no en céntimos, pero no alcanza aún para vivir. Como mucho, por ahora, supone en algunos casos un interesante dinero extra al cabo del mes.
La idea, por supuesto, resulta controvertida al menos en un par de frentes.
Destacan, en primer lugar, varios sindicatos de actores que han denunciado que son precisamente estos videos promocionales los que dan de comer a miles de profesionales que no han tenido la suerte de convertirse en grandes estrellas de Hollywood.
A pie de calle, el debate es incluso más profundo. ¿Cuánto vale un rostro anónimo? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a vender nuestra cara para que empresas que ni conocemos se lucren con ella?
Y, sobre todo, ¿qué usos pueden dar estas empresas a la imagen de las personas? ¿Hay alguna legislación que los limite?
Hour One ya genera rostros deepfake
A sus 23 años, relata Technologies Review, Liri trabaja como camarera en Tel Aviv, pero también vende coches, trabaja en el comercio minorista y realiza entrevistas de trabajo online en Alemania.
Liri forma parte del banco de imágenes que Hour One usa para generar videos para sus empresas: "Es un poco extraño pensar que mi cara puede aparecer en anuncios de diferentes empresas", dice.
Entre estas se encuentra Berlitz, una academia de idiomas quería aumentar el número de vídeos que ofrecía pero tenía problemas para hacerlo con actores humanos reales por los costes de producción.
Ahora, dicen, con Hour One son capaces de generar videos en minutos.
Algo parecido sucede con Alice Receptionist, una empresa que proporciona a las empresas un avatar en una pantalla que hace las veces de recepcionista en EEUU.
Hour One va actualizando los vídeos de modo que los recepcionistas digitales puedan decir cosas diferentes en distintos idiomas sin tener que volver a grabar horas de vídeo.
"Esto parece un caso bastante extremo de tecnología que reduce el papel del ser humano en un proceso de trabajo concreto", dice a Technology Review Jessie Hammerling, del Centro de Investigación y Educación Laboral de la Universidad de California en Berkeley.
A veces, explica, la automatización no elimina por completo las funciones humanas en un proceso, pero sí las modifica de modo que impide a la gente ganar un salario justo por su trabajo.
El experto señala algo evidente: si las empresas van a poder reutilizar la misma secuencia de un actor una y otra vez, esto reducirá al mínimo la demanda de este tipo de trabajos.
Y ello, sin contar con el hecho de que Hour One, recoge Technology Review, no permite a sus modelos tener voz y voto en las palabras que se pondrán en su boca ni en qué empresa promocionarán.
Robots que diferencian el olor de un perfume o el sabor de un buen vino: 5 maneras en las que la IA imita los sentidos de los seres humanos
Y ello, sin contar con otro problema: Hour One, tal y como recoge Technology Review, no permite a sus modelos tener voz y voto en las palabras que se pondrán en su boca ni en qué empresa promocionarán.
Mientras estas incógnitas se despejan, Liri trata de acostumbrarse a haberse convertido en imagen de diversos anuncios.
"Algunos amigos me han enviado vídeos en los que han visto mi cara, lo que me pareció muy extraño", dice. "De repente, me di cuenta de que esto es de verdad".