sostenibilidadHablamos con Mireya Romero, fundadora y creativa de Neko, para que nos cuente la historia, llena de emoción y memoria, de esta colección llamada Raíces
Por Alba Correa
A los catorce años Josefa Alquezar ya sabía coser y bordar. Siendo la mayor de cinco hermanos en una familia del turolense pueblo de Andorra, sus tareas diarias y habilidades abarcaban todo el espectro del trabajo doméstico y reproductivo, desde el cuidado de los más pequeños de la casa a cocinar, pasando, claro, por labores de costura. Entre los objetos que cortó, cosió y bordó se encuentran manteles, pañuelos y sábanas, tejidos íntimos que contienen la historia de las casas y no se la cuentan a nadie. Josefa ensayó margaritas bordadas sobre colchas, aprendió a dibujar un pez con la jota y la a de las siglas de su nombre, y con él firmó con maestría de artista un paño de cocina. Hoy toda esta memoria textil, junto con la de otras mujeres con historias que se cruzan con la de Josefa, ha sido recogida por su hija, Mireya Romero Alquezar, propietaria y alma de Neko, una firma en Barcelona que trabaja moda vintage y pequeñas colecciones de prendas hechas a mano con un fervoroso grupo de clientas dentro y fuera de la Ciudad Condal.
Hace ya dos años que Mireya empezó a recorrer mercados de antigüedades, y a surcar la oferta de apps de segunda mano, en busca de tesoros vintage entre la ropa de cama y la mantelería. En su mano ha tenido verdaderas joyas, linos preciosos, flores bordadas con el mismo cuidado que ponía su madre, reliquias que hablan de la vida de las manos que enhebraban la aguja en el corazón del hogar, a veces el único espacio en el que estaba concebida su presencia. Al principio lo hacía solo porque eran piezas bonitas, llenas de valor para ella, pero pronto una idea comenzó a tomar cuerpo en su cabeza: la de dotar esos tejidos de una segunda vida.
Así es como ha nacido Raíz, una colección cápsula de camisas upcycled confeccionada con mantelería, ropa de cama y demás tejidos vintage terminados a mano, algunos incluso salidos de su casa familiar. Prendas que han sido diseñadas y confeccionadas por las propias Mireya y Josefa en su casa en Vinaròs (Castellón), pensadas y ensambladas con calma para favorecer la belleza natural del tejido, y que estarán mañana 17 de junio a la venta en la tienda online de Neko.
Hablamos con la propia Mireya para que nos cuente todo lo que hay detrás de esta emotiva colección, única en el mundo.
¿Cómo nace Raíz?
Mireya Romero (fundadora y diseñadora de Neko): Mi madre es la mayor de cinco hermanos y toda la familia de mi madre cosía en casa (mi abuela, bisabuela, tías abuelas…) A los 12 años la pusieron a coser y a bordar para que aprendiera. Las niñas aprendían entonces a bordar porque querían que aprendiesen cualidades de pulcritud, de saber estar tranquilitas. En mi casa, de pequeñas, mi madre nos hacía ropa, hizo el traje de novia a mi hermana, hizo su ajuar y el de su hermana también. Además, como teníamos huerta y animales, mi abuela se podía hacer de pronto una falda con unos pantalones viejos de mi abuelo. Es algo que siempre he visto: en mi casa no se tiraban las cosas. Esta es la historia de todos los que tenemos raíces en núcleos rurales, nuestros abuelos vivieron una posguerra difícil y están acostumbrados a reutilizar todo, y a darle valor a todo, que también es bonito. Por ejemplo, antes se le daba mucho valor a los manteles bordados a mano, ahora sin embargo yo he comprado algunos por dieciséis euros.
¿Cuál es tu meta con esta colección?
Mireya Romero: Mi intención es rendir un homenaje a objetos que en un principio forman parte del universo femenino. Colchas, mantelerías, servilletas. Darles una vuelta, sacarlas de los cajones y llevarlas a la calle, que es donde ellas muchas veces ellas no podían estar. Gran parte del espacio público (los bares, etc.) estaba reservado a los hombres. La idea de reutilizar tejidos no es algo que me haya inventado yo, pero creo que es importante volver a transmitir esa práctica para no consumir tanto, no contaminar tanto…
¿Cómo la hicisteis entre tu madre y tú?
Mireya Romero: El patrón lo creamos entre las dos. Hicimos un puzzle encajando las piezas en é para ver cómo quedaba mejor. La camisa cruda y azul, por ejemplo, he perdido la cuenta de las piezas que tiene. Los materiales son muy delicados y para mí tienen un valor muy bonito, y por eso no quería malgastar nada. Quería, más que recargar las camisas, que tuviese protagonismo cada flor, cada elemento especial. Lo bueno de reutilizar no es avasallar y ponérselo todo, sino pensarlo, meditarlo. Estuve de domingo a jueves en Vinaròs. Más de diez horas pensando qué hacer con cada camisa, ¡y eso que somos rápidas!
Pensando en el tiempo que llevas recopilando el material, en que algunos vienen de tu familia, en el tiempo que habéis dedicado tu madre y tú a hacerlo, ¿cómo calculas el valor de las prendas de esta colección?
Mireya Romero: El valor es incalculable. Ponerle un valor económico a cada prenda de mis colecciones es lo que me resulta más difícil, y esta es la que más me va a costar. Es lo último que hago siempre, lo voy calculando con Arnau, mi pareja, que es diseñador gráfico, -autónomo también-, y me ayuda. Me dice que no ponga las cosas tan baratas, me pregunta las horas que he trabajado, etc. Pero no le hago caso la mitad de las veces porque si no costarían mucho más. Lo que intento ser es un poco más realista. Hago colecciones muy pequeñas porque no me sale a cuenta nunca. Pero lo hago porque me gusta.
¿Qué te frena para poner el precio que tu sabes que debería tener?
Mireya Romero: Yo creo en mí y en mi trabajo a pesar de el síndrome de la impostora que tengo en este oficio, cosa que no me pasaba cuando era educadora social. No sé por qué, no soy una persona que haya tenido muchas dudas respecto a nada, pero en Neko sí que soy insegura. Será porque no he tenido la formación que otras personas. Estamos en un país en el que el trabajo artístico está muy complicado, y el manual muy poco valorado, porque se puede comprar moda rápida por diez euros. Intento poner un precio con el que yo me sienta más o menos cómoda, que es algo que ya voy haciendo mejor, porque al principio lo hacía fatal. Mis primeros pantalones a medida costaban 59 euros. Pero intento también ser accesible a la gente. No es porque yo piense que sea malo ganar dinero, pero no quiero ser multimillonaria, yo lo que quiero es disfrutar de mi trabajo, que este llegue a la gente y que me permita vivir de esto. Es cierto que algunas cosas las podría poner un poco más caras pero ya estoy bien como estoy. Quiero que las camisas las tenga gente que les dé valor y que las use.
¿Te emociona pensar que estas piezas tienen una segunda vida en estas prendas?
Mireya Romero: Sí, es un homenaje. Aunque no las conozca personalmente, me gustaría pensar que todas las horas que han estado estas señoras cosiendo, encerradas en su casa, encontrarán aalguien que admirará su trabajo y que no lo tendrá metido en cajones.
Siempre has sido muy abierta con lo que piensas sobre la forma en la que se compra moda vintage. Evidentemente comprar vintage es más sostenible que comprar nuevo, pero tú también haces desde tus redes sociales un llamamiento a la calma, a no comprar vintage por impulso
Mireya Romero: No hay que comprar desde la impulsividad, sino si realmente te lo vas a poner, si le vas a dar un valor. Para mí la ropa vintage tiene valor. Es algo tan bonito que no puede quedarse en el armario. Entonces siempre intento transmitir ese valor. Vender no es malo en sí, pero puede serlo cuando alguien no tiene una necesidad y tú estás intentando venderle algo, y le estás diciendo “cómpralo que te lo van a quitar”. Tener un armario lleno de ropa vintage que no te pones no es sostenible. Yo en el atelier se lo digo a la gente cuando veo que dudan de algo. Les digo que no se lo compren, aunque les guste. Es importante hablar esto. Somos personas que nos pasamos todo el día trabajando, estamos cansadas y comprar ropa te da el minisubidón y te sientes bien. Pero luego dices, uf, tengo el armario lleno de cosas que no me pongo, lleno de nada, aunque tengas mucho. Eso es porque compras cosas a las que no le das valor. No podría hacer Neko de otra manera que no fuera esta, la más honesta para mí.\
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