Se buscan mujeres valientes para profesión sacrificada. Salario bajo, largas jornadas laborales, peligro constante de ser juzgadas y escasas posibilidades de volver a ser contratadas. Si al explorador Ernest Shackleton le hubieran encargado liderar un casting de moda del siglo XXI en lugar de una expedición a la Antártida a principios del XX, probablemente el famoso anuncio que colgó en su día en el Times hubiera sido así.
Y es que antes de que los focos de las pasarelas se enciendan, hay un gran trabajo de 'scouting' detrás, del que casi nunca se habla. Y además, los salarios van a la baja: si en 1992 una top como Linda Evangelista cobraba unos 40.000 euros de media por 'show', hoy la popular Karlie Kloss ingresa unos 8.000. La crisis económica y el fin de la década de las supermodelos de los 90 han hecho que las tarifas se hayan desinflado en los últimos años: "Hemos vivido una crisis muy importante y, como en todas partes, se han ajustado los presupuestos", aclara Esther García, directora de casting de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.
En la industria nadie se atreve a dar una cifra media de las modelos españolas, porque entre las compañeras de un mismo desfile puede haber diferencias grandes: "Depende de los trabajos que hayan hecho antes", recuerda García. El hecho de que Prada eligiera el pasado septiembre a la jerezana Mayka Merino para abrir su desfile hizo que el caché de esta joven de 18 años se disparase. La española Alazne Bilbao, elegida mejor modelo de la Pasarela Cibeles en 2010, sabe de lo que habla. Seis años después del galardón, ha protagonizado campañas para firmas como Chanel o La Perla. "Hay que reconocer que cuando empiezas eres una marioneta joven e inexperta. Te mandan a los 'castings', viajes y trabajos sin saber nada al respecto, ni siquiera en qué consiste el trabajo, el sueldo o cómo debes proceder fiscalmente", comenta. La joven no oculta la necesidad de que la industria instruya mejor a sus trabajadoras: "Creo que haría falta una plataforma que se dedicase a formar y asesorar a los modelos sobre sus derechos y sus obligaciones, ya que en la mayoría de las ocasiones se aprende con años de experiencia o gracias al asesoramiento de otros compañeros de la profesión".
La pasarela es el destino menos rentable para las modelos, que suelen ganar más en las campañas publicitarias. "Los desfiles son muy gratificantes, pero también muy sacrificados. Dedicas semanas a ver a clientes diariamente, corriendo de una punta a otra de la ciudad, sin tiempo para comer...", recuerda Bilbao, que este año no desfilará en Madrid. Sin embargo, García asegura que desfilar sigue siendo un 'must' para cualquier joven con hambre de moda: "A muchas les encanta el directo, ser observadas por el público y recibir los aplausos". Hay dos requisitos mínimos para que una joven pueda probar suerte en la gran cita madrileña: tener un peso saludable y ser mayor de edad.
García también dibuja una cara B de la profesión que nada tiene que ver con fiestas glamourosas. "Las chicas son muy responsables y no salen por la noche si tienen que madrugar". Eso sí, la directora de casting reconoce que los vertiginosos ritmos de la moda (que provocaron que el diseñador Raf Simons abandonara Dior) han llegado también a la pasarela madrileña: "Se buscan constantemente caras nuevas". Por eso, muchas de las jóvenes que debuten este año en la cita madrileña no volverán a pisarla.