El arquitecto autor del proyecto señala que la espera por el futuro edificio de viajeros del tren «será para bien»
01 jun 2021 . Actualizado a las 21:45 h.WhatsappMailFacebookTwitterComentar ·
Hace diez años ganó el concurso internacional de ideas para la intermodal de Santiago. Pero aquel diseño nunca se ejecutó. En su lugar se optó por una solución que integra tres piezas, de las que Juan Herreros (El Escorial, 1958) firma la pasarela peatonal, ya finalizada, y un edificio de viajeros para la estación del tren que se incorporará con retraso al conjunto y que aún está pendiente de la aprobación del proyecto por el ADIF. Herreros dice que merecerá la pena la espera por una pieza ambiciosa y que incluirá una gran plaza de acceso desde la rúa do Hórreo.
-Lo que más llama la atención de la pasarela desde fuera es ese enorme espacio que la separa de la estación del tren y que alojará el nuevo edificio de viajeros.
-Así es. Ese edificio se acoplará a la pasarela y será todo uno.
-Pasará tiempo. Ese edificio y su ensamblaje con la pasarela aún esperan el proyecto del ADIF.
-El ADIF tiene que aprobarlo y presentarlo, pero eso queda fuera de mi responsabilidad.
-Está claro. ¿No hubiera sido mejor una ejecución coordinada de los tres ámbitos de la intermodal para que la puesta en servicio del conjunto fuera uniforme?
-Bueno, de nuevo no es un asunto mío. Las cosas se hacen como mejor resultan en cada momento. Son proyectos laboriosos de ejecutar, con agentes y equipos diferentes. Lo bueno es disponer de proyectos directores integrados y coherentes entre ellos. Creo que hay garantías de que el conjunto de la estación, la pasarela y la terminal de autobuses conformarán una unidad integrada y coherente que se verá con el tiempo. Está bien haber realizado el esfuerzo de tener los proyectos a la vez, aunque su construcción se difiera en el tiempo por motivos ajenos a la voluntad de los técnicos.
-¿Merecerá la pena ese retraso?
-Sí. Es un conjunto de arquitecturas valioso en el que todas las piezas tendrán una singularidad y estarán integradas en un escenario urbano que no lo tienen todas las ciudades españolas. Hay que esperar, pero creo que para bien.
-En la reforma de la estación de tren, la ciudad pide un proyecto con dotaciones y servicios suficientes, como un párking amplio. ¿Responderá a las expectativas?
-Sí. Esas demandas han sido estudiadas y establecidas por criterios de dimensionado científicos, técnicos y urbanos. Y el conjunto de esos proyectos aporta el número de plazas, de dársenas y de accesos que se consideran necesarios para que el resultado sea satisfactorio. Pero no hablaría de reforma de la estación, sino de un nuevo edificio de viajeros, algo muy ambicioso y de gran valor. Es su incorporación a la estación antigua, todas las piezas históricas de la estación van a estar integradas en el conjunto. Como la marquesina, que se preserva y se convierte en una pieza simbólica que expresa la historia de la llegada del ferrocarril a Santiago. El nuevo edificio no renuncia al pasado de la estación y le añade una capa nueva de contemporaneidad.
-De ese proyecto también depende la plaza que dará acceso a la pasarela por la rúa do Hórreo.
-Sí. Esa plaza se puede explicar como un ensanchamiento muy generoso de la acera sur de la calle, que tendrá un nivel más urbano y otro, un poco más alto, que generará la propia entrada de viajeros al vestíbulo de la nueva estación. Esa plaza tendrá, sobre todo, el valor de ser la primera imagen que tengan de la ciudad las personas que llegan a Santiago, y estoy pensando en los turistas. Un espacio generoso y abierto que transmita la idea de amabilidad que la ciudad tiene para con sus viajeros.
-¿Y ese conjunto respetará la escalinata de piedra que ahora da acceso a la estación de tren?
-Sí, la escalinata seguirá ahí.
-Al final, la intermodal preservará el empaque que transmitía el proyecto con el que ganó hace diez años el concurso de ideas.
-Creo que se ha mantenido mucho el espíritu de aquella propuesta. La formalización ha sido diferente, porque la realidad impone sus condiciones. Pero lo importante es que el concepto de construir una estación sobre las vías, que tuviera un beneficio inmediato en la operatividad de la intermodalidad de las estaciones de autobuses y trenes, se viera enriquecido por un valor añadido, que es la conexión directa, peatonal y en bicicleta, desde el centro hasta los barrios al sur, al parque de las brañas y a la Ciudad de la Cultura. Y regalarle a la gente que durante décadas ha dado rodeos incómodos una travesía agradable con la que llegar al centro en apenas unos minutos. Es algo que transformará mucho la ciudad.
«Este proyecto expresa mejor la lucha contra los excesos que el del 2011»
Herreros pone en valor el comedido diseño actual de la intermodal frente a su propuesta del 2011, más ambiciosa y espectacular.
-¿Por qué quedó en el cajón?
-Aquel proyecto surgió en un momento en el que se replanteaban cuestiones asociadas a la necesidad de una nueva generación de estaciones que venían arrastrando los proyectos urbanísticos muy ambiciosos y que se consideraba que tenían un papel más trascendental en la regeneración de la ciudad del que a lo mejor deberían tener. Creo que no estuvo mal. Pero con el tiempo le acabamos cogiendo cariño a la nueva versión, muy parecida a la original, pero más medida, con menos exceso de actividades paralelas o programas comerciales que muchas veces desvirtúan esas cuestiones. Hay una cierta lección en cuanto a la sostenibilidad de la operación, al pragmatismo de su misión. No deja de jugar a depositar una pieza de arquitectura contemporánea sobre el paisaje de la ciudad, pero renuncia a cosas que hace diez años parecían más lógicas. La estación es hoy más comedida y pienso que expresa mejor la lucha contra los excesos de hoy. En diez años el mundo ha cambiado y a lo mejor inaugurar ahora una estación tan espectacular podría ser motivo de arrepentimiento.
-De alguna forma, lo que entonces pudo interpretarse como una falta de ambición para ejecutar aquel proyecto se ha convertido después en clarividencia para transformarlo en una obra más pegada a la realidad actual.
-Absolutamente. En estos diez años no he vivido ni una sola renuncia en los procesos de diseños del conjunto, a comodidad, accesibilidad, capacidad. Ha sido como un retractilado de aquel proyecto de hace diez años, pero la pieza retractilada contiene los mismos servicios. Y creo que ha habido un enriquecimiento en ciertos aspectos que puede que pasen desapercibidos y que tendrán mucho que ver con la calidad y comodidad de los viajeros.
-Salvo la intermodal de Vigo, el resto también han ido reconvirtiéndose. Está el caso del proyecto de Norman Foster en Ourense.
-Me parece muy interesante esta reflexión, porque al final la idea es que la estación le ofrece a la ciudad este valor añadido de la conexión. Pone en valor la naturaleza, el parque de las Brañas. El barranco y las vías del tren dificultaron que la ciudad creciera, pero, una vez que hemos descubierto el valor del parque, hacerlo competir con una pieza de arquitectura exageradamente musculosa… Hoy me siento muy cómodo diciendo que esto es tan sencillo como cruzar, poner un ascensores al final, unas buenas escaleras y una rampa para las personas con dificultad de movimientos, enchufarle una estación que está muy comedida pero que no renuncia a la comodidad de sus servicios y aplicarle una estación de autobuses. Y la estación es el centro de gravedad de todo eso, pero no por monumentalidad, sino por operatividad.
«La pasarela debe tener una nobleza en su encuentro y conexión con la rúa do Hórreo»
El autor de la pasarela desea participar en la reforma de la rúa do Hórreo en la que desemboca.
-Ha expresado su interés en colaborar en esa reforma de la calle.
-Es una pieza urbana a la que atiende la pasarela y no tenemos ninguna duda de que se hará lo mejor que se pueda y que habrá profesionales implicados con el mejor deseo, pero nos gustaría formar parte. Por cariño a nuestro proyecto y porque hemos desarrollado un cariño hacia la ciudad de Santiago que no quisiéramos que se interrumpiera.
-¿Qué solución propone?
-Creo que tendrá tres etapas. La primera es conseguir que la pasarela que ahora desemboca en una acera relativamente estrecha tenga una nobleza en ese encuentro y una conexión con el otro lado de la calle del Hórreo. Es algo más que mobiliario urbano y pavimentación. Y habrá un segundo escenario, cuando llegue la estación de viajeros y esa plaza, que sabemos cómo quiere ser y por eso nos parece importante que en ese diseño que se haga de la calle se considere lo que va a ocurrir. Y un tercer nivel, que es que se termine por romper la condición de avenida de borde que tiene la calle del Hórreo y que quede integrada como una más en la ciudad.
-La estación de autobuses ya está finalizada. ¿Qué le parece?
-Tiene una calidad arquitectónica y, sobre todo, funcional notable. Como primera pieza del conjunto está muy bien y marca un buen nivel de inicio. También está el rediseño de la calle Clara Campoamor y la plaza, que hemos hecho nosotros. Son espacios que la ciudad gana de la nada. La salida de la pasarela hacia la plaza de Clara Campoamor es muy expresiva y la simétrica de la que todavía no se ha podido hacer en el otro lado. Por una vez, el sur gana.
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