Conversar con Jessica Chastain bien vale una PCR. Hubo momentos en los que para hablar con esta pelirroja imparable y de ideas claras no hacía falta tanto preámbulo. Pero eran otros tiempos. Tiempos en los que era posible ir al set de rodaje de Los ojos de Tammy Faye y sentarse a conversar tranquilamente para esta entrevista con la dos veces candidata al Oscar. Luego vino una pandemia, aunque ni eso detuvo a esta californiana, madre de dos hijos fruto de su matrimonio con el promotor de moda y conde italiano Gian Luca Passi de Preposulo. Como explica por todos los festivales a los que va, de Toronto a Roma pasando por San Sebastián y, ahora, en plena campaña por el Oscar, lo suyo es un no parar. Justo antes de Los ojos de Tammy Faye, que llegará el 25 de febrero a las salas de cine españolas, rodó 355, “una de acción, todo mujeres”, que se estrena el 5 de enero y la mantuvo en Londres trabajando con Penélope Cruz, Lupita Nyong’o y Diane Kruger. Cuando acababa de rodar, por la noche, Chastain preparaba por Skype el personaje de Tammy Faye, basado en la historia real de una popular telepredicadora estadounidense de los años setenta y ochenta que falleció en 2007. “Y justo después de Tammy, me fui al desierto marroquí para rodar The Forgiven con Ralph Fiennes”, enumera de carretilla. Pero no solo ha hecho cine últimamente, también está Escenas de un matrimonio, serie limitada de HBO a la que se lanzó de cabeza para volver a trabajar con su antiguo compañero de la Escuela Juilliard (y que muchos toman por su amor), Oscar Isaac. Con todos los reparos que le daba interpretar un papel que inmortalizó Liv Ullmann en cine, se convenció porque era una versión modernizada, con los roles de género cambiados. Como asegura, “eso es lo más interesante de esta industria, que te da la oportunidad de explorar diferentes facetas de la humanidad”.
Jessica Chastain en el papel de Tammy Faye. Foto: EVERETT COLLECTION
¿Cuál fue la faceta de Tammy Faye que la enganchó para hacer esta película?
Conseguí los derechos un año después de hacer Criadas y señoras [que estrenó en 2011] y me encantó la idea de volver a mostrar mi lado más loco. Vi el documental de The Eyes of Tammy Faye en la tele mientras estaba de promoción con La noche más oscura y no me podía creer que nadie hubiera interpretado un papel tan bueno. Era una gran oportunidad para mostrar a la mujer detrás del mito, alguien que estuvo entre las 10 más famosas del mundo, pero de la que solo supieron reírse. Una mujer castigada por los errores de su marido.
¿Cómo explicaría su figura a quien no la conoce?
Quienes conocieron a Tammy coinciden en que era una mujer genuina, que llegaba, que creía en los sermones que predicaba y estaba convencida de que todo el mundo merece ser amado sin ser juzgado. Pero la película va más allá de su figura y dice mucho sobre Estados Unidos, sobre el nacimiento de la telerrealidad, sobre la doctrina de la prosperidad que dominó este país, la idea de que cuanto más dinero hagas, más te querrá Dios. Que es Dios quien te está dando estas riquezas.
¿Se considera una persona espiritual?
Durante esta película tanto Andrew Garfield como yo acudimos a misa y nos hicimos amigos de muchos feligreses. Otra película que me enseñó mucho de religión y espiritualidad fue El árbol de la vida. Los ojos de Tammy Faye es quizá menos espiritual, pero me enseñó a ser menos cínica.
Y en lo que se refiere a los realities, ¿tiene algo que confesar?
Claro que a veces veo realities. The Real Housewives of New York. O mejor aún, las de Nueva Jersey. No es que me lo vea todo, pero me gustan sus excentricidades y puedo llegar a incorporarlas a los personajes, como en el El año más violento.
¿Cómo fue su proceso de transformación para convertirse en Tammy Faye?
Duro. Horas, horas y horas de maquillaje. Especialmente las escenas de los años noventa, me llegué a pasar hasta seis horas en la silla de maquillaje. ¡Me puse medias de compresión para evitar que se me formaran trombos por estar tanto tiempo sentada! Aproveché para ponerme de playlist un ciclo continuo con sus sermones, sus canciones y sus entrevistas. Eso me ayudó a sonar como ella. Me pasa siempre. En cuanto estoy mucho tiempo con mi marido, sueno a italiana. Al contrario que en Escenas de un matrimonio, donde trabajé el personaje de dentro afuera, Tammy Faye es alguien más grande que ella misma en todos los sentidos. No solo es la voz, como Betty Boop. Es el acento, el tono, los manierismos.
¿Y las lágrimas en cámara?
Hay quien usa mentol, pero yo no utilizo nada. Me intento poner en la situación en la que se encuentra mi personaje. Interpretar es quitarse la armadura. En la vida diaria nos encerramos en nuestra armadura para no llorar, para no pasarnos el día gritando. Ponemos nuestros impulsos a buen recaudo para no hacer cosas de las que nos avergoncemos. Actuar es justamente lo contrario. Es salir de esa armadura y dejar que afloren los sentimientos.
¿Y como productora? ¿Cuáles son las armas que utiliza ahora que se dedica también a la producción y a crear sus propios proyectos?
Cuando adquirí los derechos para hacer esta película ya había producido La desaparición de Eleanor Rigby, en 2013, y también había trabajado en un cortometraje. Fue duro. Pero tengo buenos amigos que me ayudaron. Ellos también me apoyaron cuando como productora tomé la decisión de que no quería rodar en estados donde se le niegan a la mujer sus derechos en temas de maternidad, donde quieren imponer leyes sobre sus cuerpos.
Su militancia y defensa de la mujer va por delante de su trabajo. Sin embargo, muchos tienen sus dudas sobre la figura de esta telepredicadora.
Sé que para muchos es una farsante, cosa de risa. Pero no para mí Tammy fue la más popular de los telepredicadores de su época y cursó sus estudios para ser parte de la Iglesia, pero como era mujer y estaba casada con Jim Bakker [también telepredicador y condenado por estafa] nunca la tomaron en serio. Grabó 24 álbumes, escribió numerosos libros y nunca recibió nada a cambio. Todo iba a parar a la iglesia. Por eso la defiendo. Ella nunca se llamaría feminista. Nació en una era donde la labor de la mujer era apoyar a su marido. Pero sus palabras, especialmente en medio de una epidemia como la del sida, su deseo de llegar a todo el mundo para hacer saber que todos los seres merecen ser amados, me parece un gran mensaje que comparto en esta película. Yo soy más militante que ella, pero Tammy siempre defendió la equidad y la justicia dentro de la sociedad.
Jessica Chastain, en el Festival de San Sebastián, el pasado mes de septiembre. Foto: GETTY
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