Abanderada del turismo cultural desde hace 20 años, Málaga ya no es sólo la ciudad de los museos, sino un destino para disfrutar de todas las opciones de ocio con hotelazos, estrellas Michelin, bares de toda la vida y ambiente en cualquier época del año. Una urbe de moda para redescubrir y perfecta para escaparse en el Puente de Noviembre o en cualquier fin de semana.
Aviso para navegantes, dos días son insuficientes. Málaga tiene muchos encantos y 48 horas no es nada, que diría Gardel. Recorremos la sexta ciudad más poblada de España que ha experimentado en las últimas dos décadas una transformación sin igual para convertirse en destino turístico cultural por excelencia del sur. En estos 20 años, Málaga ha pasado de tener cuatro museos y centros expositivos a superar los 37, y muchos de sus edificios abandonados se han recuperado para acoger espacios culturales, de consumo o lujosos hoteles. Capital Europea del Turismo Inteligente durante 2020-2021, la llegada a Málaga de nuevos alojamientos de máxima categoría y la finalización de la obra para atraer amarres de lujo junto a la zona del Muelle 1 pretenden terminar de posicionar esta ciudad como un referente para el turismo premium.
48 horas en Málaga. Día 1
12.00 H. LLEGADA.
Viajar a Málaga es fácil sea cual sea el medio de transporte elegido. A 10 kilómetros de la capital de la Costa del Sol, su aeropuerto es el cuarto más importante de España (conecta con unos 130 destinos, 110 de ellos internacionales y en 2019 recibió cerca de 19,8 millones de viajeros); su estación de Tren de Alta Velocidad gestiona más de tres millones de desplazamientos, y su puerto se ha convertido en el quinto destino para cruceros del país y segundo de la Península. Si uno llega en AVE y va a alojarse en el centro, puede tener una primera toma de contacto con la ciudad paseando hasta allí por la Alameda Principal, donde siguen siendo típicos los quioscos de flores cobijados a la sombra de ficus centenarios.
Al llegar a la calle Larios, conviene enfilarla. Pasará por ella muchas veces durante su visita, pues es el eje alrededor del cual todo sucede en Málaga desde que se peatonalizara en 2002, pero siempre encontrará una excusa para volver: desde tomar un helado en Dimas Mira e Hijos, la heladería más antigua de Málaga inaugurada en 1890, hasta darse un capricho en la cercana Sensse Boutique (con marca propia y ropa de diferentes diseñadores), pasando por disfrutar de múltiples espectáculos de arte urbano o incluso asistir a los desfiles de moda durante la Pasarela Larios Málaga Fashion Week. Si se desvía mínimamente en la calle Moreno Monroy, encontrará el Restaurante Chinitas (3), el que fuera favorito de Chiquito de la Calzada, hijo predilecto de Málaga, con el permiso de Picasso y Banderas.
13.30 H. APERITIVO CON PARADA OBLIGATORIA.
Larios desemboca en la Plaza de La Constitución, cuyo suelo se adorna con la reproducción en planchas de acero inoxidable de las portadas que cinco diarios llevaron tras la aprobación de nuestra carta magna. Hora perfecta para el aperitivo, le recomendamos que siga camino por la calle Granada, peatonal como todo el centro y atestada de terrazas donde tomar la primera (por ejemplo, en La Buganvilla, a pie de calle, o en La terraza del Quizás, en las alturas). Para la comida, reserve en El Pimpi , la taberna más famosa de la ciudad que acaba de cumplir 50 años, o, en su defecto, La Sole del Pimpi (tícket medio, 35 euros), formato más gastronómico inaugurado hace un lustro.
No hay famoso que se precie que no haya alternado en El Pimpi, sus fotos cuelgan de las paredes y los más privilegiados tienen barril con firma. Bocadillitos (imprescindible el de pringá), gambas Malagueta y jamón de castaña, entre otros clásicos que, si se sienta en la terraza de La Sole podrá combinar con niguiris y sushis a la malacitana (ojo al Dulce de la Axarquía, atún y foie caramelizado con teriyaki de Pedro Ximénez y almendra crujiente). Abierto desde las 12 hasta la madrugada, más de 2.000 personas pueden pasar al día por estas mesas propiedad al 50% de Pepe Cobos y Antonio Banderas.
16.00 H. PASEO PICASSIANO.
Con el estómago lleno, qué menos que dedicar la tarde a Picasso. A un minuto por la calle San Agustín, tiene el Museo Picasso Málaga (desde 9 euros), cuya inauguración en 2003 supuso el antes y el después definitivo para la ciudad. Ubicado en un palacio del siglo XVI, contiene más de 230 obras que recorren todas sus épocas, o lo que es lo mismo, una de las colecciones más importantes del pintor. De allí, puede dirigirse a la Plaza de la Merced, hacerse una foto con la escultura que recuerda al artista y visitar el Museo Casa Natal (4 euros) donde además de recuerdos de la familia se exponen algunas de sus obras. Como colofón, visite la Parroquia Santiago Apóstol. En una de sus capillas se exhibe la partida de bautismo de don Pablo y le sorprenderá leer el larguísimo nombre que sus padres le dieron.
18.00 H. VISTAS ÚNICAS.
Si no se entretiene, y mientras duren los horarios de verano (última entrada a las 19:30), le daría tiempo a subir a la Alcazaba(3,50 euros). Construida en el siglo XI, el paseo en cuesta por esta fortaleza defensiva hay que tomarlo con calma, disfrutando de sus jardines y de sus balcones desde los que se domina la ciudad y la bahía. Si busca mejores panorámicas, tendrá que subir al castillo de Gibralfaro (3,50 euros) a 130 metros sobre el nivel del mar. Antes de despedirse de las alturas, puede tomar un tentempié y hacer una última foto del anochecer en el Parador de Málaga Gibralfaro u optar por volver a la ciudad y tomar un cóctel en la terraza del Málaga Premium Hotel, uno de los rooftop más de moda de la ciudad, con magníficas vistas de la Alcazaba, del Teatro Romano y (como curiosidad) del ático en el que Antonio Banderas pasó el confinamiento.
21.00 H. CENAR Y DORMIR EN UN PALACIO.
Si ha seguido esta última recomendación, tendrá a un paso el Palacio de Solecio (desde 165 euros, puedes reservar aquí), el primer hotel boutique de lujo de Málaga y el perfecto lugar para descansar. La pandemia le pilló recién inaugurado y permaneció cerrado hasta este verano, pero su llegada a Málaga fue un acontecimiento ya que supuso la recuperación para la ciudad de uno de los edificios de obra civil más importantes del s. XVIII que en los últimos años había estado abandonado. Dispone de 68 habitaciones, todas diferentes, y algunos elementos, como las pinturas barrocas de su fachada, la gran escalera del hall y las columnas del patio porticado, fueron restaurados a partir de los originales rescatados de las ruinas.
Para cenar no tendrá que moverse, porque el hotel cuenta con el plus de albergar, en un agradable patio interior bajo cubierta de cristal, el restaurante Balausta (menú degustación, 45 euros), cuyo director gastronómico es José Carlos García, único chef con estrella Michelin de Málaga.
48 horas en Málaga. Día 2
9.00 H. EL CENTRUM A PIE.
Enfrente del hotel, puede comprar borrachuelos, tortas locas y otros dulces típicos en La Princesa, una de las pastelerías más queridas por los malagueños. La bomba calórica le ayudará a emprender camino. Primera parada: Catedral de la Encarnación(10 euros con subida a las cubiertas), conocida como "la manquita", porque una de sus torres se quedó a medio construir por la falta de presupuesto. Frente a ellas, la animada plaza del Obispo, con sus atestadas terrazas y colorido Palacio Episcopal (1762). Perdiéndose por los estrechos callejones que lo rodean, llegará al Pasaje Chinitas, un rincón coqueto y bohemio que debe su nombre al desaparecido Café de Chinitas que Lorca cantó. Puede leer el poema en la fachada del edificio que fue y en el que hoy (cosas de la gentrificación) se están construyendo apartamentos turísticos. De camino al siguiente destino, pasará por el Café Centraldonde puede probar las 10 formas de pedir café al estilo malagueño.
11.00 H. ENTORNO THYSSEN.
Por la calle Compañía llegará al Palacio de Villalón (siglo XVI), hoy Museo Carmen Thyssen Málaga (10 euros). En su interior, una de las colecciones más completas de pintura andaluza del siglo XIX y principios del XX (con 230 obras), y espacios para exposiciones temporales (que los próximos meses se dedicarán al maestro Sorolla y el fotógrafo Paul Strand). En sus alrededores muchas callejuelas a las que durante años la ciudad dio la espalda y que hoy se han revitalizado gracias al Museo y su marca. En su paseo por la que fuera parte más canalla de la ciudad hoy descubrirá galerías, talleres de artesanía, tiendas especializadas y baños árabes (como Hammam Al Ándalus, uno de los más auténticos) que conviven con espacios curiosos como la tienda de antigüedades La Casa del Cardenal, propiedad de un sobrino de Antonio Molina; el restaurante vegano-vegetariano El Calafate, y La Casa Invisible, un edificio histórico ocupado desde 2007 en cuyo agradable patio, convertido en bar clandestino, coinciden familias malagueñas y turistas a la hora del aperitivo.
13.00 H. CAMINO AL SOHO.
Hablando de ello, y para terminar de abrir el apetito, le recomendamos continuar ruta hasta el Mercado Central de Atarazanas, que fue astillero nazarí en el s. XVI (conserva la antigua puerta monumental) y hoy ofrece las mejores frutas, pescados y carnes en un bonito edificio de hierro con vidrieras que merece visita por dentro y por fuera. Puede tapear en alguno de sus bares o matar el gusanillo con una bolsa de patatas fritas de Paco José, la mejor freiduría de la ciudad, según los lugareños, con local muy cerca del mercado.
También puede continuar hasta la Antigua Casa de Guardia, el bar más antiguo de Málaga. Fundado en 1840, huele a vino, se siguen llevando la cuentas con tiza sobre la barra y se alterna con moscatel, pajarete, vermut o Pedro Ximénez ("un Pedro", como debe pedirse, 1,30 euros), que se maridan con gambas y mejillones. Entrar es fácil; salir, no tanto.
14.30 H. NUEVOS ATRACTIVOS.
Antes de comer, caminaremos hasta el Soho, ese barrio que ya no emerge sino que bulle, entre el Muelle de Heredia y la Alameda. Consagrado al arte urbano, aquí es posible desde catar cervezas artesanas (El Rincón del Cervecero), hasta asistir a un musical en el Teatro del Sohopropiedad de Antonio Banderas, pasando por fotografiar los impresionantes murales de Obey y D*Face y otros artistas o comprar ropa en Disaster Street Wear, también decorada con grafitis. Para comer, puede elegir entre La Deriva y su cocina creativa, Los Mellizos, especializado en pescados o La Antxoeta Art Restaurant, que presume de ofrecer la experiencia gastronómica más canalla en el centro de Málaga.
16.00 H. SOBREMESA.
Si le apetece un digestivo, muy cerca tiene dos hoteles cuyos rooftops ofrecen panorámicas opuestas y muy recomendables, además de buenos combinados: el Room Mate Valeria, que mira al mar, y el Soho Boutique Equitativa, con una vista inigualable de la calle Larios. Con renovadas energías, atravesaremos la Plaza de la Marina -paraíso de skaters y jóvenes malagueños que demuestra que el centro de esta ciudad no es terreno acotado para guiris- para llegar hasta el Paseo del Parque. Recuperado al mar en el siglo XIX, sus exuberantes jardines con exóticas especies de los cinco continentes le convierten en uno de los parques más importantes de Europa desde el punto de vista botánico. En su margen izquierdo, tres bellos edificios de estilos arquitectónicos dispares: el Museo de Málaga, que alberga el de Bellas Artes y el Arqueológico, el Rectorado de la universidad y el Ayuntamiento. Si gira en dirección al mar, encontrará el Centro Pompidou (9 euros), conocido como El Cubo por la obra Incubé de Daniel Buren que le sirve de seña de identidad. Hasta el próximo febrero puede disfrutar la muy recomendable exposición De Miró a Barceló. Un siglo de arte español.
20.00 H. CENA CON ESTRELLA MICHELIN.
Si ha cuidado los tiempos, antes de cenar aún podrá volver al hotel para acicalarse o entregarse al shopping en el Muelle 1, donde se encuentra el restaurante en el que sí o sí debe reservar en su visita a Málaga: JCG(menú degustación, 140 euros), que ya decíamos que es el único estrellado en la ciudad. En un espectacular local con jardín vertical, cocina abierta en la que se puede reservar mesa y sala perfecta para eventos, José Carlos García ofrece una cocina basada en el producto de proximidad -que compra personalmente en Atarazanas- y los sabores malacitanos con un toque de rock&roll. Además de clásicos como su polvorón de pipas, probará el mejor plato de quisquillas de toda la costa del Sol.
48 horas en Málaga. Día 3
9.00 H. ANTES DE LA DESPEDIDA.
Se agota el tiempo si nos ceñimos a las 48 horas, así que tendrá que elegir. El plan cultural pasaría por visitar el Museo Ruso (8 euros), uno de más impactantes de la ciudad por la riqueza de la colección del Museo Estatal de San Petersburgo que lo abastece y por los grandes lienzos monumentales que suelen incluir sus exposiciones anuales -actualmente Guerra y paz en el arte ruso-. Ubicado en el antiguo edificio de La Tabacalera, que también acoge el Museo Automovilístico y el de Moda, es una opción retirada del centro, así que valore coger algún medio de transporte público.
Si prefiere tocar playa, le recomendamos que camine hacia la Malaguetapor el Paseo de Reding, poblado de casas burguesas del siglo XIX y ficus de imponentes copas, y en el que encontrará el romántico Cementerio Inglés, el camposanto anglicano más antiguo de la península. Imprescindible despedirse con una de espetos. Los mejores, en la zona de Pedregalejo, que aunque más alejada, merece el esfuerzo de la caminata. El Balneario Baños del Carmen, por su impresionante ubicación; Los Cuñaos, uno de los favoritos de los autóctonos y donde presumen de servir el mejor pescaíto frito de toda Málaga, o el chiringuito Merlo La Revuelo con espetos buenos, bonitos y baratísimos (2 euros), pueden ser el sitio perfecto para decir a Málaga: "Hasta la próxima".