Tres meses de separación auguran ya que los líos del Brexit serán eternos. Y que, sin tragedias, irán a peor. De entrada, han perjudicado a los británicos, de forma diferente, pero acumulativa a la crisis del virus.
De los escasísimos datos sobre el conjunto del primer trimestre de este año brindados el miércoles por la Oficina Nacional de Estadística (ONS) hay uno especialmente relevante: el número de empresas activas alcanzaba a 21 de marzo solo al 73,8% de las registradas, casi 11 puntos menos que el 84,4% de final de 2020 —el día antes del Brexit—, siendo ese último un porcentaje superior a la media de toda la pandemia. Es decir, que, contra el intento del Gobierno de Boris Johnson de mezclar ambos factores del declive económico para disimular el causado por él mismo, pueden perfectamente distinguirse.
Así sucederá, con una u otra intensidad, cuando se amplíe el horizonte temporal del desplome inicial de los demás datos. De momento ya sabemos que en enero el PIB cayó un brusco 2,9%, ¡cuando en diciembre había crecido un 1,2%! Y que las exportaciones a la UE se redujeron en un 40,7% (por un 28,8% las importaciones), ¡cuando las ventas a terceros países crecieron un 1,7%!
Aunque suavizado en sus consecuencias porque el tratado comercial acordado a final de año evitó la retirada caótica, el Brexit, y solo él, es la causa del mayor retroceso comercial del Reino Unido. Porque es él, y solo él, el que ha originado el incremento de papeleo y burocracia inútiles, la multiplicación de trámites desconocidos, el coste del transporte, las colas de camiones, el deficiente suministro alimentario a los supermercados de Irlanda del Norte, la carencia de víveres frescos…
A la jibarización comercial se ha unido el declive de la City. En solo cuatro semanas cedió el trono de la capitalidad bursátil a Ámsterdam, cuya Bolsa cuadriplicó su volumen (hasta intermediar 9.220 millones de euros diarios), mientras la londinense perdía el 40,8% de su tamaño (hasta 8.600 millones).
El aplazamiento por el Parlamento de Estrasburgo de la ratificación del tratado, al incumplir Londres el protocolo sobre Irlanda e impedir unilateralmente los controles aduaneros acordados, acarrea a las orillas del Támesis graves consecuencias: el Memorandum of Understanding que los bancos británicos pedían para alcanzar antes del pasado miércoles y por vía de equivalencia que la UE les concediera un pasaporte financiero (a fin de operar como siempre en territorio de los 27) ha quedado en el limbo.
Conoce en profundidad todas las caras de la moneda.SuscríbeteAsí que, soberanos pero extranjeros, si la cosa sigue así cuando en 15 meses acabe su periodo transitorio, van a perder su cuota en el goloso mercado europeo de derivados financieros: 569.000 millones de euros anuales, el 75% de los cuales irrigaba sus sedes londinenses. “El escenario a medio plazo para la City aparece como nada prometedor”, escribe Nicolas Véron (Financial Services, The Brexit dust begins to settle, Bruegel, 11/3/21).
Junto al comercio y las finanzas, otro sector clave para el futuro económico del reino se ve dañado por el tiro al pie que le propinó la eurohostilidad de Johnson: la Economía Plana Blanca, el conjunto de los servicios digitales y de creatividad, que incluyen a los MIC (medios, información, comunicación/cultura), los causantes del verdadero éxito en la dinamización de la economía registrado los últimos decenios en la isla, sobre todo en la capital: “Tres cuartos de los trabajadores londinenses nacieron fuera, y tres cuartos de esa mayoría, en el espacio europeo” describe el consultor Douglas McWilliams (The flat white economy, Duckworth Overlook, Londres, 2015).
Pero, ay, en 2020 más de 1,3 millones de extranjeros —en buena parte europeos— abandonaron el país por culpa de la eurofobia y las trabas a la migración y a la integración derivadas del Brexit. Hasta 700.000 eran vecinos de la capital. Menos, y con más dificultades para expandir, dentro y fuera, su música (clásica y moderna), su moda (e industria de lujo) y su arte, su encogimiento amenaza con arrugar la capacidad inventiva de esa economía. Un severo revés contra el que no inmuniza la más rápida vacuna.