Enseñar el sujetador, llevar tops ombligueros con tiras que recorren el abdomen o vestidos con grandes aberturas resulta muy efectista en la pasarela, pero poco práctico en la vida real.
S MODA TOPFoto: Imaxtree / DR
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Las tiras 'ombligueras'. Es una de las grandes tendencias de la temporada. Firmas como Michael Kors (izquierda), Jacquemus (derecha), Versace, Altuzarra o Acne Studios han subido a la pasarela multitud de tops, vestidos y conjuntos que dejan el abdomen al descubierto decorándolo con varias tiras que lo cruzan. Una idea que vuelve cada primavera-verano, pero rara vez se visualiza más allá de las pasarelas. Esta temporada marcas como Zara (centro) contribuyen a acercarla al gran público, pero no le auguramos éxito masivo más allá de alguna foto en Instagram.
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El sujetador que se enseña. Sacar a relucir la ropa interior es otra propuesta recurrente en las semanas de la moda con dudosa acogida en la vida real (por razones obvias). La alternativa más fácil de llevar pasa por superponer el sostén sobre una camisa o un vestido, pero aún así es una combinación complicada con la que (muy) pocas se atreven.
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Los vestidos con 'agujeros'. Los conocidos en inglés como cut out, que no son otra cosa que pequeñas aberturas que dejan ver la piel, son otra de las constantes en las colecciones para esta primavera-verano. Lo dejan claro Givenchy, Fendi (izquierda), Prada, Gabriela Hearst (derecha), Kenzo o Carolina Herrera, por citar solo algunos ejemplos. La unanimidad ha sido tal que también se ha convertido en tendencia ubicua en las cadenas low cost. Quizá los agujeros más discretos tengan una pequeña oportunidad de triunfar.
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Los vestidos con pantalón. Esta mezcla, sinónimo de comodidad, ha arrasado en el street style, pero nunca ha llegado a calar en el consumidor de moda medio. Es una buena alternativa para reciclar vestidos veraniegos en primavera o en otoño, pero necesita de grandes dosis de actitud para lucirse con acierto. De izquierda a derecha las versiones de Marina Moscone, Kenneth Ize y Mango.
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Los chalecos imposibles. La joyería corporal, esa que aboga por convertir la bisutería en parte del rostro o del cuerpo, también insiste en abrirse hueco sin demasiado éxito. Esta temporada son los chalecos los que se construyen mediante mallas metálicas, pedrería o crochet. Mientras la última opción sí tiene buen pronóstico, al resto le auguramos un futuro restringido a la pasarela. En la imagen: Nanushka, Zara y Simone Rocha.
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Los bolsos XXL. La manía de agrandar los bolsos se extenderá hasta el próximo otoño-invierno, pero probablemente solo en desfiles, editoriales de moda e imágenes de Instagran con afán de ganar likes. Si bien un bolso espacioso resulta útil, los de Valentino o Acne Studios bien podrían provocar una visita de urgencia al fisio.
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Los tangas falsos. Del mismo modo que ocurre con el sujetador, mostrar la lencería es un recurso recurrente y efectista para muchas firmas. A pesar de que celebrities como Beyoncé, Dua Lipa o Kim Kardashian se hayan apuntado a recuperar la manía dosmilera de presumir de tanga, no nos imaginamos las calles de nuestra geografía repletas de tiras que asoman por encima del pantalón. Ni siquiera en las versiones trampantojo que proponen Maximilian (izquierda) o Sandy Liang (derecha).
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Las mezclas de estampados. Nos encanta ver propuestas como la de Miu Miu (izquierda), que combina cuadros escoceses con figuras geométricas, pero rara vez nos atrevemos a salir a la calle conjuntando los prints más atrevidos de nuestro armario. Aún así, las firmas siguen insistiendo en combinaciones tan coloristas como las de Christopher John Rogers (centro) o Ashish (derecha).
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