DesfilesEl desfile de Alta Costura de Valentino ha rescatado el entorno original de los primeros desfiles, el estudio de la silueta y, también, muchos rostros conocidos de las pasarelas de antaño
Por Nuala Phillips
La inauguración del desfile de Alta Costura de Valentino este mediodía de la mano de Kristen McMenamy enfundada en un minivestido suponía el preludio de lo que estaba por venir: una colección dedicada al estudio de la silueta corporal salpicada de comebacks directos de las pasarelas de las pasarelas de antaño.
Así, a McMenamy se unieron después nombres como Maria Carla Boscono, Lara Stone, Anna Ewers, o incluso los españoles Jon Kortajarena y Violeta Sánchez. Todos ellos compartieron escenario con algunas de las caras del momento, y qué escenario. Porque el desfile, localizado en en los salones de la Place Vendôme, buscaba precisamente esa vuelta a la esencia de la Alta Costura que también la propia colección anunciaba. Un retorno a lo realmente relevante en el que los asistentes presenciaron repartidos en sillas a través de las diversas habitaciones, el carrusel colorista y preciosista que Pierpaolo Piccioli había concebido para la fecha.
Delicados vestidos de gasa que han dejado adivinar el cuerpo femenino a través de aberturas estratégicas se combinaron así con más de una silueta estructurada y los ya tradicionales volúmenes en tafeta, seña de identidad de la casa. La diferencia, sin embargo, venía de la mano de un buen puñado de minivestidos, a menudo confeccionados en capas y también de una mayor presencia de pantalones, éstos combinados con tops dramáticos y zapato plano.
Pero hablar del Valentino de Piccioli sin mencionar el color, supone olvidarse de la magia de sus creaciones. Nadie como él sabe crear armonías cromáticas y este último despliegue no ha sido una excepción. Aunque el desfile ha comenzado con un minucioso estudio del negro, pronto hemos podido deleitarnos con pinceladas de azul Klein o rosa, que han dejado paso a los destellos incandescentes a los que ya nos tiene acostumbrados: amarillos y naranjas neon, fucsias, violetas y verdes lima protagonizaron este apabullante abanico cromático que se permitió más de un descanso de la mano de los brillos y pailettes, muy presentes también, aunque en su mayoría sobre looks más neutros.
Guiños al lujo como las plumas han sido también recurrentes o incluso algún que otro maxicollar dorado que nos remitió al despliegue de Schiaparelli del lunes, supusieron el broche de oro a una colección que buscaba rescatar la prima esencia de la Alta Costura y lo logró sin despeinarse con pocas más armas que Antony and the Johnsons de fondo y la magia del equipo de Pier Paolo, que se deshizo en abrazos con ellos, como muestra definitiva de que, hoy, lo realmente importante era el trabajo bien hecho.
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