La otra cara de Bilbao: cuando la tradición sobrevive en los alrededores del Guggenheim

Por : ujikiu / On : 09/06/2022

Dicen que las segundas oportunidades nunca fueron buenas, pero cuando se trata de descubrir destinos del mapa no basta con una primera, ni segunda, ni siquiera con una tercera visita a un lugar para conocer su encanto. El corazón de un territorio se conoce como las buenas historias de amor, esas que avanzan despacio y que, más allá del primer flechazo, te cautivan por su interior. Un interior que no esperabas, pero que a medida que vas descubriendo desprende sobre ti un hechizo cautivador. Y entonces ya no hay vuelta atrás. Porque dicen que ahí es donde reside la verdadera belleza: en los rincones y en las historias más recónditas de cada pasaje.

Hablar de destinos embrujadores es sinónimo de hablar de Bilbao. Si lo has viajado allí seguro que has caído rendido ante el atractivo de la zona de Abando, una delicia para los amantes de la arquitectura que se presenta con el Ayuntamiento, antiguamente el solar sobre el que se asentaba el convento de los Agustinos, demolido durante la Primera Guerra Carlista.

En frente, pegada a la ría, se encuentra la Escultura Variante Ovoide del escultor guipuzcoano de Orio, Jorge Oteiza, una de las figuras más relevantes del arte vasco. Y desde esas vistas, otra obra arquitectónica se levanta en el horizonte de su paisaje: el puente Zubizuri de, por supuesto, Santiago Calatrava.Si no lo cruzas dirán que no has estado en Bilbao.

ANDER GILLENEA

El "efecto Guggenheim"

Una parada en esta ciudad es una apuesta por el arte. Puede que ya la hayas visitado o puede que todavía no, pero seguro que tienes apuntado en tu mapa que, a la izquierda del Zubizuri se encuentra el paseo de Uribitarte, porque desde este gran espacio y a menos de diez minutos a pie, nos da la bienvenida a una de las vistas más fotografiadas y reconocidas de la ciudad de Bilbao: el Museo Guggenheim de Frank O.Gehry, inconcebible sin sus dos acompañantes aliados, “Mamá”, la escultura con forma de araña de Louise Bourgeois y “Puppy”, el perro floral de Jeff Koons.

Hay quien afirma que el Guggenheim es gris, otros lo han visto de color violeta y hay incluso quien afirma que es dorado. El motivo: su material de titanio, que adquiere una tonalidad diferente ante nuestra mirada según las condiciones meteorológicas y el momento del día en el que lo observemos. Y como toda buena particularidad tiene nombre: “efecto Guggenheim Bilbao”, una energía que ya guarda denominación gracias a la capacidad que el museo otorgó a la ciudad en su proyección internacional.

El Bilbao de hoy, además, sigue guardando grandes similitudes con el Bilbao de ayer. Aunque la ciudad ha crecido a pasos agigantados en las últimas décadas, podemos decir que más allá de estos atractivos tan afamados y turísticos, su esencia y tradición son dos de las características que lo convierten en uno de los destinos cuya tradición convive con el ambiente más cosmopolita. Aquí es, exactamente, donde reside parte de su magia. Comenzamos el trayecto...

Las Siete Calles comerciales con más carácter

Recorrer el Casco Viejo de Bilbao es una auténtica lección de historia y arte vasca, pero antes de entrar en este paraje monumental, merece la pena saber que el paseo del Arenal, que da entrada a esta zona antigua, era antes el motor principal de tráfico mercantil y portuario. Estaba cubierto de arena para albergar el puerto, el principal sector económico de la ciudad, pero ahora es un paseo maravilloso por el que disfrutar de las vistas que se encuentran al otro lado de la ría y llegar a las Siete Calles que conforman el Casco Viejo.

Cristina Arias

Si en un principio eran tan solo tres (Somera, Artekale y Tendería), fue con la ley de urbanismo de 1442 cuando se le añadieron otras cuatro:Belostikal, Harategi Zahar, Barrenkale y Barrenkale Barrena hasta agruparse en las siete que hoy le dan nombre. Recorrerlas es disfrutar de un agradable paseo en el que la tradición continúa latente en las “tiendas de toda la vida” que se mezclan con el comercio moderno, ese que ahora parece habitar en todas las capitales de provincia.

Las Siete Calles se comunican a través de sus cantones, que son estrechos callejones que conectan todo el Casco Viejo. A lo largo de la extensión de esta zona monumental conviven diferentes establecimientos que permiten conocer la historia de las compras de Bilbao desde dentro: fruterías, carnicerías y pescaderías mantienen su rótulo antiguo que forma parte de la memoria de la ciudad, mientras que también persisten algunos pequeños -y pocos- negocios que montaron su empresa en el interior de los portales, como es el caso de la tienda de regalos Basq Lore.

D.R.

Bilbao es de esas ciudades en las que, a pesar de su crecimiento, el comercio todavía cierra los domingos, se descansa para comer y algunas empresas incluso cuelgan el cartel de “cerrado” algunos días entre semana. En los establecimientos locales no existe Black Friday y apenas hay rebajas.

La moda en Bilbao es uno de los sectores que guarda tras su vida una gran impronta comercial. Así es el caso de Ramón Ezkerra, uno de los pocos peleteros supervivientes de la zona. De tradición artesana y trabajando a medida y por encargo, el diseñador que da nombre a la firma atiende desde hace 25 años a clientes que acuden a sus manos para vestir prendas nuevas de cuero de oveja y piel fina. Desde su peletería diseña y confecciona, pero también da una segunda vida a ropa antigua y la transforma a petición de sus clientes.

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Hablar de moda vasca sin mencionar las abarcas carecería de sentido. Este calzado, con el que muchas familias aprendieron a caminar, se vende todavía en tiendas familiares como

Bizkarguenaga, un pequeño local al que acudían los habitantes de la Villa y los caseros de los alrededores para comprar su calzado. Botas de trabajo, alpargatas, bluchers y otros muchos zapatos que coronaron a esta zapatería como una de las más reconocidas de la historia bilbaína. En ella cuentan que antes se grababan los nombres de la zapatería en la suela, en vez de la firma a la que pertenecía.

A menos de cinco minutos caminando se encuentra otro de los emblemas comerciales de moda, una firma que ha ido reinventándose con el tiempo y que ha apostado todas sus cartas a la sostenibilidad como uno de sus mayores valores añadidos. Se trata de SKFK, el nombre desde 2018 de lo que antes era Skunkfunk, una firma de moda con diseño local que emplea materiales naturales y reciclados en su confección.

Su producción se realiza en China y colabora con India en la elección del algodón orgánico, en consonancia con la Coalición Chetco. De este compromiso sostenible, SKFK fue la primera empresa española en obtener las certificaciones GOTS y la certificación de Comercio Justo (Fairtrade®). Si entras en su tienda podrás sentir su pasión por la naturaleza en el jardín del final del establecimiento. Un paraíso para los amantes de lo verde.

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La otra cara de Bilbao: cuando la tradición sobrevive en los alrededores del Guggenheim

El recuerdo de Bilbao se puede materializar en sus souvenirs. Comprar un pequeño detalle sobre nuestra visita es fácil, pero huir de los típicos lo es incluso más gracias a tiendas como Orriak, una parada obligatoria antes de cerrar el paseo por el Casco Viejo. La mayoría de los productos de esta tienda familiar están hechos a mano con máximo detalle: sus trabajadores de tienda son los encargados del dibujo y el diseño de muchas de sus piezas, así como de la creación de las muñecas de tela de su escaparate. Aquí podrás encontrar desde tazas con las frases típicas de Bilbao (“¡Hace fresco”,”ahí mismo”), hasta marcapáginas con las figuras de sus cabezones o pequeñas figuras de cerámica para decorar la casa.

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Para poner el broche final a la visita en esta zona y para condensar el sabor de Bizkaia en un mismo lugar, entre el puente de San Antón y el de la Ribera podemos encontrar el mercado cubierto más grande de Europa: el mercado de la Ribera. Se divide en dos franjas claramente diferenciadas. Por un lado se encuentra la zona de cafeterías y restaurantes de pintxos en la que disfrutar de platos típicos del País Vasco, como sus gildas o carolinas.

También en este mercado existe espacio para el mercado más tradicional en el que comprar carne y pescado al peso directamente y sin envasados. Un lugar perfecto que define a la perfección la esencia del Bilbao de hoy: ese que no se puede imaginar sin echar la vista atrás, a las costumbres, pero que tampoco tiene sentido sin la contemporaneidad de ahora.

Cristina AriasGetty Images

El Bilbao de vanguardia: la cara nueva de la ciudad

Toda ciudad grande tiene una calle llamada Gran Vía y, en Bilbao, esta es la calle que da inicio a la zona modernista en la que la arquitectura diseña un escenario en el que coexiste su manifestación artística, como la estatua de su final -el Sagrado Corazón- con otras obras que rinden homenaje a personajes célebres como la estatua al escritor Antonio Trueba o la magnífica arquitectura de la casa Montero, obra de Luis Aladrén.

El ensanche bilbaíno alberga como centro principal la plaza Circular, el punto de partida de muchos de sus visitantes. Es en sus alrededores donde encontramos diferentes almacenes y empresas comerciales para los amantes de las grandes urbes, pero también para los de las pequeñas, las que todavía guardan su esencia.

Es el caso de Eguzkilore, una joyería que nace de la mano de maestros joyeros y que se inspira en una de las flores que más habitan como símbolo de protección en las estancias bilbaínas, la misma que le da nombre: la flor de Eguzkilore (flor del sol). Este símbolo de historia mitológica todavía se cuelga hoy en la entrada de las casas y de los negocios con el fin de mantenerlos a salvo. Esta es la razón por la que esta joyería toma a eta flor como punto de partida y crea piezas como pendientes, joyas, anillos o colgantes que forman parte ya de la historia de muchas de las generaciones de la ciudad.

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Impulsando la cultura y el arte local

Ir descubriendo el pasado de Bilbao a través de sus negocios y centros es impregnarse en un ADN que lucha cada día por mantener y renovar su puesta en escena para poder convivir con el paso del tiempo.

D.R./ AZKUNA CENTROA

Esto es lo que ha hecho el Azkuna Zentroa, el Centro dey Cultura Contemporánea de Bilbao, que se sitúa hoy sobre lo que antes era un almacén de vinos. En estas estancias conviven diferentes salas que apoyan la cultura y acompañan a la creación artística, focalizando su atención en el diseño vasco, pero también centrando su mirada en la proyección internacional.

En su interior encontrarás una tienda dedicada a promover el arte emergente vasco, pero también una gran amplia oferta de actividades y rincones para perderse: su Mediateka -una librería magnífica en la que disfrutar del tiempo en solitario o en compañía-, el Centro de Actividad Física (CAF) - con gimnasio, piscina y salas deportivas- o diferentes exposiciones y actividades que se organizan en Lantegia, su laboratorio de ideas.

Este centro, que además cambia su programación cada tres meses, es en sí mismo una auténtica obra de arte. Su arquitectura exterior del S.XIX contrasta a la perfección con la modernidad de su interior, creada por el francés Philippe Starck y los 43 pilares que dan la bienvenida en su entrada, una obra de Lorenzo Baraldi.

JOSÉ MIGUEL LLANO

De artistas emergentes y nuevos talentos a nombres destacados. La galería Michel Mejuto, ubicada en Abando y cerca tanto del Guggenheim como del Museo de Bellas Artes, es de esos pequeños espacios en los que las horas pasan entre las historias que habitan en las obras de arte que decoran sus paredes. Un recorrido artístico vasco en el que se concentran nombres como Jorge Oteiza, Francisco Iturrino o Eduardo Chillida. Una colección que lleva ampliando catálogo desde 1984.

La fama de su arte culinario: un título merecido

Los pintxos son el emblema de la gastronomía vasca que ha conquistado más allá de las fronteras nacionales. Una costumbre que se instaló en un principio en la barra de los bares y que ha creado toda una cultura del comer y del beber. Aunque probablemente “ir de pintxos” es una de las costumbres más típicas, Bilbao cuenta con una amplia lista de restaurantes y una oferta que alterna desde los sabores más tradicionales de su cocina hasta los de autor.

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Uno de los principales reclamos del turismo es la amplitud gastronómica que ofrece esta tierra. Tan solo en Bilbao, sin tener en cuenta el resto de Bizkaia, puedes encontrar seis establecimientos de gastronomía de alta gama con una estrella Michelín: Zortziko de Daniel García, Mina con Álvaro Garrido y Lara Martín, Zárate con Sergio Ortíz de Zárate, Eneko Bilbao de Eneko Atxa, Atelier Etxanobe con Fernando Canales y el Nerua con Josean Alija al frente.

Este último, el Nerua, ha sido consagrado como uno de los 60 mejores restaurantes del mundo de la lista ‘The World’s 50 Best Restaurants’. Integrado en el Museo Guggenheim, su cocina es innovadora y atrevida. Mezcla productos de huertas, granjas y del mar local en rompedoras apuestas, como su Kokotxa de merluza con espárragos blancos envuelta en tortilla o los tomates en salsa aromatizados con hierbas y fondo de alcaparras.

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También vanguardista pero no tan atrevido como el Nerua es el Basuki: una alternativa perfecta para aquéllos a los que les gusta combinar la gastronomía de siempre con el recetario castizo. Pertenece al conocido grupo Bilbao Berria, fundado por Iñaki Lasa y Rafael Viar y es un lugar perfecto para cenar en mesa o para tomar unas copas -tiene Dj-, ya que el local combina la madera en el espacio con detalles contemporáneos que lo sitúan como un enclave único y acogedor. Es imprescindible que pruebes su arroz cremoso con pulpo, la lubina al horno con mejillón y ají rojo o, en su defecto, el entrecot a la parrilla al Pedro Ximénez. Una delicia para el paladar.

Una comida o cena un poco más informal pero de calidad, en un ambiente cosmopolita y cerca de la ría y a pocos pasos del Casco Viejo: es posible. Basquery es el ‘place to be’ para los amantes del pan y de la cerveza. Un combo exquisito originario de un obrador de pan y una bodega de cervezas artesanales, que forman el tándem perfecto para degustar sus menús y recetas: desde hamburguesas, lasaña de pato sofrito ahumado, hasta queso fresco de igorre y anchoas o fingers de pollo de baserri. Una opción fabulosa al alcance de todos.

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Las Encartaciones: las grandes desconocidas

Bilbao tiene ciudad, mar y montaña. En su parte occidental se encuentran las Encartaciones (Enkarterri), un entorno natural que puede presumir de panorámicas espectaculares en las que el color verde y los bosques aúnan la fauna y flora propia del lugar. Las cumbres y los valles rodean una de las zonas menos transitadas por los turistas, pero más mágicas para los amantes de la naturaleza.

D.R.

Este paraje es tierra de viñedos y, por tanto, de txakoli. Quien no sepa lo que es el txakoli es porque nunca ha estado en el País Vasco. Es esta zona, la de las Encartaciones, la que acoge la Viña Sulibarria, responsable del trabajo de la Bodega de Galdames que elabora el txakoli Torre de Lozaga. Su caserío se encuentra en un entorno natural cuyo paisaje resulta de lo más cautivador para los amantes de la calma. Ideal para disfrutar de los sabores de sus cuatros vinos con un aperitivo: unas gildas o un poco de queso Idiazábal.

Por la zona de las Encartaciones también está la localidad de Balmaseda, enclave de paso de peregrinos y comerciantes que cuenta con agradable paisaje patrimonial para visitar. Sus iglesias y la construcción medieval hacen que sea uno de los puntos estratégicos en los que realizar una parada y comer (o alojarte) en el convento de San Roque, un gran espacio en el que, en el siglo XVII, vivían monjas de clausura y ahora se emplea como espacio para eventos.

La gente de Balmaseda te hablará de su cocido de putxeras de alubias ya que es el plato más típico de la zona que muestra su mejor versión cada 23 de octubre, fecha en la que se realiza por el día grande de las fiestas de San Severino un concurso de putxeras.

Pero más allá de estas alubias, Balmaseda cuenta también con un legado rico en especialidad de café y chocolate. Una de las chocolaterías premiadas con el International Chocolate Awards 2020 guarda su base en esta localidad. Se trata de Kaitxo, una empresa familiar que se encarga de seleccionar cautelosamente los mejores sabores del mundo y elaborar en su fábrica algunos de los mejores chocolates y cafés del país.

KAITXO/ Ana Belen Bernales Maestre

Han conquistado la alta cocina y no es de extrañar. Desde este rincón seleccionan el origen y miman al detalle el proceso de elaboración de cada uno de los productos que venden. Sus chocolates son bean to bar y su catálogo es tan amplio que resulta difícil escoger solo uno: chocolates negros, con leche, blancos y otros que incluyen ingredientes como las violetas, la regaliz, los pistachos o el anís estrellado.

También los cafés de especialidad que tuestan ha sido seleccionados grano a grano para que su sabor te transporte a su país de origen: Honduras, Kenia, Etiopía… En Kaitxo disponen de café originario de los destinos más ricos en esta planta.

A orillas del mar: Getxo, Punta Galea, Azkorri y Sopelana

Etxezuri es la calle más cara de Euskadi y se encuentra en Getxo, un municipio bañado por el Cantábrico famoso por ser zona de veraneo de los bilbaínos y por tener playas y acantilados magníficos. Getxo es la zona ideal para todo el que visita Bilbao buscando esos escenarios costeros que vienen a la mente nada más pensar en el País Vasco.

Desde su puerto marítimo parten veleros de alquiler con los que disfrutar de un paseo en el que observar la grandeza de Punta Galea, zona que impacta por sus impresionantes acantilados. Según la opción de navegación que escojas verás desde el mar diferentes vistas, pero seguro que a lo lejos divisarás la playa de Gorrondatxe (Azkorri), llamativa por ser una de las pocas playas grandes de la zona y las de Sopelana.

Monica GarciaGetty Images

Las playas de Bizkaia, en su mayoría, no se encuentran rodeadas de edificaciones. Son de esas playas de difícil acceso en las que la tranquilidad reina, el paisaje invita al descanso y, disfrutar de una jornada leyendo se antoja como una de las actividades favoritas cuando sale un rayo de sol. No existe mejor plan.

Una panorámica única: las dos Bilbaos desde el puente más elegante

Miguel Sanz

Fue en 1983 cuando el Puente Colgante de Bizkaia se inauguró coronándose como un trasbordador capaz de unir la zona residencial y burguesa de las Arenas, Neguri y Algorta de la margen derecha, con la industrial y obrera del margen izquierdo, en el que se encuentran Barakaldo, Santurtzi y Portugalete. Nada menos que 160 metros de longitud y 45 metros de altura dieron forma a esta construcción que nació como testimonio de la industrialización vizcaína.

Ahora, este puente -que es Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 2006- ya no distingue de clases sociales y une el que antes era el carácter más señorial de Bizkaia con uno de los mayores ejemplos de desarrollo y renovación: Portugalete.

Para llegar a este municipio desde el lado de Bilbao, hay que cruzar el puente. Atraversarlo se impone como una de las atracciones turísticas más fascinantes para sus transeúntes. Se puede hacer a pie caminando por lo alto del mismo en su pasarela panorámica o desplazarse en una barquilla colgante que se mueve por carriles. Todo un reto contra el vértigo.

Una vez en Portugalete, nada más bajar del puente, el restaurante del Puente Colgante Boutique Hotel saluda a sus visitantes erigiéndose como la parada perfecta para disfrutar de una comida de raciones creativas, pintxos y una amplia carta de vinos, cervezas y cócteles como su preparado cubano.

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Este hospedaje fue dormitorio de personajes como la emperatriz Zita de Borbón-Parma o Alfonso XIII, que a menudo disfrutaban de grandes fiestas en el salón del hotel. Ahora, en sus estancias, cuenta con más de 70 habitaciones cálidas y acogedoras que respiran guiños cubanos en su decoración.

Sí, vasco-cubanos. Porque fue Manuel Calvo y Aguirre quién logró que ahora este twist sea parte de su esencia. Al volver a Portugalete a mediados del siglo XIX, tras estar en Habana y hacerse fortuna gracias al cultivo de caña de azúcar, estableció residencia precisamente en lo que hoy es el hotel. Se convirtió en hospedaje exactamente por petición suya ya que en su última voluntad pidió que su mansión se convirtiera en un hotel que diera de comer a la gente con falta de recursos.

D.R./ PUENTE COLGANTE BOUTIQUE HOTEL

Visitar las estrechas, artísticas y carismáticas calles de Portugalete resulta una de las actividades más cautivadoras en la agenda de viaje. En su plaza del Solar se encuentra un templete digno de ser intagrameable y algunos domingos por la mañana en la zona se establece un mercadillo con comida local para degustar los sabores de mercado a pie de calle en un ambiente muy bilbaíno, en el que, a veces, sorprenden alguna txarangas.

Zorrozaurre: la isla artificial diseñada por Zaha Hadid

Toda gran ciudad tiene un barrio o una zona alternativa en la que el cruce de disciplinas convive alimentando sus locales y bares. El ambiente de la isla de Zorrozaurre es una de ellas. Aquí y en los alrededores del estadio de fútbol, el San Mamés, se concentra parte de la escena juvenil.

Iñaki Marquina Fotografía

Esta península fue diseñada como parte de un proyecto de la arquitecta Zaha Hadid, que planteó convertir lo que antes era una península en una isla de viviendas, lugares de trabajo y ocio.

Delimitada por el río Nervión y el canal de Deusto, además de ser otro referente artístico contemporáneo, se ha convertido en un ejemplo de sostenibilidad social y ambiental. Tanto es así que más allá de su edificación y de ser un ejemplo de aprovechamiento de recursos naturales, en ella se sitúan iniciativas que contemplan también áreas de diseño para acercar a los habitantes la enseñanza de diferentes iniciativas artísticas que en un futuro les permitan crear sus propios proyectos.

Pablo Axpe

Cerca del paraninfo de la Universidad del País Vasco (UPV) y de la universidad de Deusto, en Zorrozaurre se levanta otro de los edificios que destacan por sus instalaciones sostenibles: el Istituto Europeo de Diseño (IED) Kunsthal, diseñado también por Zaha Hadid. Es una estructura planteada como si fuera una villa para fomentar la colaboración entre sus estudiantes. Uno de esos parajes en lo que a cualquiera le hubiera gustado estudiar.

En él se ofrecen diferentes grados de diseño: de moda, gráfico, de interiores o de producto. Es un centro privado que tiene su sede principal en Italia y otras distribuidas por el mundo, cuenta con un programa de másteres y cursos especializados en diseño.

Además, también de origen vasco pero con ubicación en la zona de las Encartaciones, otro centro promueve el diseño sostenible. El Basque Design Center, un centro de I+ D ubicado en el entorno natural de Güeñes, ofrece especializaciones e iniciativas enfocadas al biodiseño de moda y mobiliario. Educar a los diseñadores de ahora y a los del futuro es su objetivo principal y sus docentes enseñan a crear pensando primero en los materiales, siendo conscientes del uso que se le puede dar para innovar con ellos en diseño, ayudar al planeta y fomentar la economía circular.

Este es el encanto que enamora. Ese mosaico bilbaíno que además de por sus magníficos monumentos y museos, está formado en gran parte por el espíritu de sus tiendas y futuros proyectos, que baten en el mismo cóctel la personalidad de ayer con la de hoy.

Un lugar que te fascina por su vida diaria, pero también nocturna. Los eventos que acogen sus calles son muchos y variados: desde conciertos de ópera y sonidos más urbanos hasta sus Noches Blancas, una espectacular performance lumínica que tiñe de blanco la zona de la ría y que, si te quedas unos días en la ciudad, puedes disfrutar incluso, tomándote una copa de vino desde las habitaciones del hotel Hespedia, situado a pie de ría, un enclave privilegiado.

Bilbao es tradición y la ruptura. Una apuesta artística, gastronómica y natural que la sitúa como una de las ciudades preferidas para vivir.

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