AnálisisEstampados, extravagancia y mucho rojo. Repasamos sus paralelismos entre looks originales y tendencias
Por Nuala Phillips
Este tema fue publicado en el número de febrero de 2022 de Vogue España.
“Es como un olor de la infancia que cala hondo. La combinación de estampados, su transgresor pero tradicional uso del rojo y la carga de personalidad han hecho de su estilo un símbolo del cine de este siglo”. Con esta escueta pero rotunda definición cataloga la estilista Alba Melendo la estética almodovariana, ese gazpacho tecnicolor en el que decorados, personajes y, por supuesto, moda se ligan para dar forma a una visión única, costumbrista y nostálgica, pero también irremediablemente vanguardista.
Un oxímoron delirante al que ahora Milena Smit, última musa del cineasta, da vida para las páginas de Vogue Febrero -de la mano de la propia Alba y el fotógrafo Dan Beleiu– versionando algunos de los looks más inolvidables de la filmografía del manchego. Porque si hay un director que ha sabido hacer suyas las pasarelas y las tendencias ese es Pedro. Una historia que se remonta a los ochenta, cuando comenzó a colaborar con diseñadores como Francis Montesinos o Sybilla, y que escaló rápidamente –como también lo hizo su popularidad– de la mano de casas como Chanel o Armani, que le abrieron las puertas del circuito internacional con la película Tacones lejanos en 1991. Un hito luego perpetuado hasta la normalización por firmas como Max Mara, que colaboró en La flor de mi secreto (1995); Gucci, que hizo lo propio en Hable con ella (2002); Marc Jacobs, con Volver (2006); Pierre Cardin, con Los abrazos rotos (2009); Prada, en Los amantes pasajeros (2013); Dior en Julieta (2016), o Miu Miu, Louis Vuitton, Dior y Missoni en la recién estrenada Madres paralelas.
“A lo largo de toda la filmografía de Almodóvar la moda ha sido un elemento fundamental para crear la narrativa de sus películas. Este estilo atemporal y moderno de Pedro es el que permite que reinterpretar sus claves pueda ser posible hoy con las tendencias de la pasarela”, explica la estilista, que apunta como ejemplo al Chanel rojo de Victoria Abril en Tacones lejanos, homenajeado en las páginas de Vogue Febrero con un diseño perteneciente a la última temporada de la maison. “Es el perfecto ejemplo de un look eterno que pese a los más de 20 años que hace del estreno de la película, aún continúa siendo actual y contemporáneo”, sentencia. Aunque en realidad este no sea, ni mucho menos, un caso aislado.
De hecho, la moda almodovariana resiste al paso del tiempo con la misma estoicidad que lo hace el resto de su obra. Lo logra a golpe de colores primarios y estampados. De flores y topos. Pero también de estilismos hipersexualizados y extravagancia. Así, de los monos bodycon de Jean Paul Gaultier que luce Elena Anaya en La piel que habito –cuyo homenaje inaugura el reportaje de Milena Smit en Vogue Febrero de la mano de Balenciaga–; al inolvidable hábito de Sor Rata en Entre tinieblas; pasando por los siempre presentes estampados florales de Dolor y gloria o Los amantes pasajeros, o incluso referencias más recientes como la que supone el traje azul cerúleo de Tilda Swinton en La voz humana, el editorial que ocupa las páginas de Vogue Febrero con Milena Smit como protagonista busca precisamente eso: reivindicar el carácter avant-garde e inconfundible de la moda Almodóvar.
Precisamente La voz humana supone la última colaboración de la figurinista Sonia Grande, que ha trabajado con el director en otras producciones como Julieta o Los abrazos rotos y que define la relación del director con la moda como una evolución en cambio constante. “Te diría que ahora está buscando otros conceptos más limpios y mucho más refinados, hay algo más depurado y creo que su reciente afición a la pintura ha contribuido en todo esto”, cuenta Grande. “Todo ha cambiado mucho. Mi primer trabajo con Pedro es de 2002, con Hable con ella, y en ese momento ya su estética había evolucionado mucho desde sus inicios con Pepi, Lucy, Bom... en plena movida madrileña y posmodernidad. Es un director con claras influencias del pop, el kitsch, el shabby-lux... Pero ya no estamos en los ochenta, no somos los mismos y quedarnos ahí no tendría sentido”, destaca la directora de vestuario.
No en vano, de sus años de colaboración con el artista, Grande destaca su valentía estética y su sensibilidad a la hora de abordar el papel que la moda juega en el conjunto. “De todos los directores con los que he trabajado, Almodóvar es el que más conocimiento tiene del mundo de la moda, más la entiende y mejor la maneja en sus películas”, defiende para acabar resumiendo toda su experiencia en una sentencia que plasma como ninguna su admiración por el cineasta: “Su estética es una de las mejores cosas que le han pasado al cine español”, apuntala. Una afirmación con la que Melendo coincide al 100%: “Almodóvar es más que un director. Es un adelantado a su tiempo y, en definitiva, un genio”
El estilo de Milena Smit
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Por Sara Arredondas
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