Las fiestas de graduación no están autorizadas por el COE Nacional, sin embargo, muchas familias han planificado realizar reuniones pequeñas y sesiones de fotos para celebrar esta importante transición. Con esta decisión se ha reactivado la demanda de vestidos de grado, que cayó en picada en el 2020, debido al confinamiento pandémico.
Las diseñadoras cuencanas Lula Martínez y Belén Cuenca Argüedo reportan una recuperación de al menos el 50%, en relación con los pedidos que tuvieron en esta época el 2019.
Marcela Samaniego, diseñadora de la marca cuencana Nua, asegura que se está dando un fenómeno que muestra todavía incertidumbre. “Mucha gente nos dice que no sabía si mandar a hacer el vestido”, cuenta. Esto ha provocado que los pedidos se hagan con muy poco tiempo de anticipación.
Asimismo, el presupuesto familiar ha bajado. “Los años anteriores los vestidos de grado salían desde unos USD 150 hasta USD 400. Ahora hay un tope, el más costoso es de unos USD 250”, explica Cuenca Argüedo.
Lo anterior se refleja en los diseños. Antes, por ejemplo, los vestidos eran más complejos: con pedrería, bordados, doble falda, plisados y tules. Ahora, las jóvenes optan por cortes y telas más festivos, pero que requieren de menos tiempo de mano de obra y menos inversión en materiales.
Una de las principales tendencias de esta época, justamente, es un estilo sobrio inspirado en los años 90. Martínez dice que en su taller se están elaborando vestidos con líneas simples, como el corte en ‘A’, y con costuras más pulcras.
La tela de elección más frecuente es la seda, pues tiene un brillo y elegancia naturales. Este textil está ahora presente en diseños para el día o la noche y en prendas como vestidos, blusas o pantalones.
Samaniego indica que este cambio en la tendencia se ve en la disminución de pedidos de bordados y el aumento de cortes con escotes profundos.
“Algunas chicas ya no se hacen vestidos, van por la línea de verse un ‘outfit’ lindo de pantalón y blusa”, asegura Martínez. Las clientas están pensando en cómo reutilizar estos ‘looks’, de acuerdo con Cuenca Argüedo, combinando una de las dos prendas con piezas más casuales. Es decir, buscan que la inversión les sea útil más allá del día de la celebración.
La otra tendencia que está predominando es totalmente contrapuesta, está inspirada en los dramáticos y voluminosos 80. “Después de haber pasado un año superdifícil, de haberse encerrado, las chicas quieren disfrutar con bombos y platillos”, dice Martínez.
En esta línea se ven mangas abullonadas, que remiten a la época de Diana de Gales, pliegues, plisados, pedrería y uso de materiales como crinolina, lentejuelas y tules. Los diseños son pegados en la parte superior y con capas que dan mucho volumen en la falda.
“La tendencia, y que en Cuenca ha pegado, son los corsés estructurados con varillas y que se note”, indica Samaniego. Sin embargo, dice que a escala global una de las tendencias más relevantes es el vestido de grado con pantalón, algo que no ha calado mucho todavía en la capital azuaya.
En cuanto a los colores, sin bien en provincias como Pichincha y Guayas predominan los blancos y cremas para las graduaciones del Bachillerato, en otras zonas del país esta norma no es tan estricta. De igual manera, para las graduaciones de universidad se prefieren otros colores. Se destacan los metalizados y el rojo, de acuerdo con Samaniego.
“En mi caso están descartados los negros”, sostiene Martínez. En esta temporada también se han impuesto los colores pasteles, como los lilas y celestes, y los ‘nudes’. “Los colores tienen su lenguaje. Después de un año complejo, buscamos tranquilidad”, finaliza la joven diseñadora.