Mucho antes de que Tom Ford dinamitara la pasarela ( y las campañas de publicidad ) con sus creaciones ultrasexys, hubo un diseñador que añadió ese toque de provocación y glamour a la, por entonces, sensata moda norteamericana. Hablamos de Roy Halston Frowick (1932-1990), más conocido como Halston, el primer diseñador de moda que se convirtió en un gurú de estilo y comenzó a acaparar fotos en los medios.
Hasta entonces la moda se reducía a moda pero a partir de él saltaría también al papel cuché y a la vida nocturna. Tal como retrata la serie de Netflix, Halston se dejaba ver en los garitos de moda, en el place to be por excelencia del momento; studio 54 de la mano de sus amigas Liza Minelli o Bianca Jagger.¿Visualizamos siempre a esta última con aquel traje de Saint Laurent blanco, verdad? Pues bien, la moda de Halston era precisamente una respuesta a la elegancia de Yves Saint Laurent. El era la la contrapartida americana a ese glamour; sus escotes halter, su vestidos camiseros y sus vestidos de punto... su estilo pronto llamaría la atención de las estrellas.
Los comienzos
De formación sombrerero, Halston tuvo su primera oportunidad cuando el periodico local de Chicago habló de sus sombreros. Nacido en Iowa y formado apenas unos meses en la Universidad, abrió su propia tienda de moda en la ciudad pero pronto daría el paso a la gran ciudad (Nueva York) donde comenzaría a trabajar en los famosos almacenes Bergdorf & Goodman.Allí se encargaba igualmente de los sombrerosy pronto se haría con la clientela más exclusiva. Su primer salto a la fama sería la creación del mítico modelo pillbox , sencillo y algo abullonado, que popularizó Jackie Kennedy y que pronto copiarían miles de mujeres (hoy sigue siendo el favorito de muchas socialités, véaseCate Middleton)
En 1966, daría otro aparentemente sin importancia pero crucial; diseñó una buena parte de las máscaras que se lucieron en el famoso ball de Truman Capote, donde se daba cita la créme de la créme de la sociedad neoyorkina. La máscara de gato de una aún desconocida Candice Bergen o la de forma de gato que lució Oscar de la Renta eran suyas. El diseñador de Iowa había conseguido hacerse presente en la élite del momento,pero no sólo metafóricamente a través de sus diseños, él mismo estuvo en la fiesta, no había sido invitado pero consiguió 'infiltrarse'. Ya era uno más, ya estaba dentro, y lo que el resto no sabía era que la fiesta era él.
La construcción de un imperio
En 1968, cuando reunió suficiente dinero para dejar Begdorf & Goodman, abrió por fin su propio atelier, un lugar ecléctico y fantástico donde el mundo creativo y glam se daban cita: Pat Cleveland, Marisa Berenson, Elsa Peretti... Allí todo podía ocurrir. Al llamar a la puerta te recibían en una especie de piso safari con estrambóticas sillas y sofás donde era prácticamente imposible sentarse, perola estética era inigualable. La mezcla de estratos sociales era total, lo que importaba era la creatividad y autenticidad de quién allí participaba.
De ese estudio salían diseñosde líneas puras, simples, sexys y aún así muy americanas. Era la nueva propuesta para esa América que estaba en ebullición y evolución (derechos de las mujeres, movimientos estudiantiles, no a la guerra...) Al igual que en Europa, donde hasta la moda francesa, tan clásica y elitista, había empezado a regenerarse y a expandirse a través de boutiques por todo el mundo en una especie dedemocratización de la moda (el prêt-a-porter había llegado) Halston también hizo lo propio, abriendo sus tiendas en los rincones más lujosos y añadiendo ese toque sofisticado y sensual que faltaba en el vestuario americano. ¿La pieza estrella? El vestido camisero de ultrasuede (un tejido de microfibra elástico) que podías llevar de la mañana a la noche y que se convertiría en una de las prendas más icónicas de los 70.
Pero no sólo le abrió el camino de lo sexy a Tom Ford o Calvin Klein. Mucho antes de que el discurso de diversidad se extendiera en la moda, el ya demostraba apreciar la belleza no normativa y abrazar el cuerpo de la mujer, fuera la talla que fuese. ¿Un ejemplo? Una de sus ayudantes, talla XXL a la que el vestía y que afirmaba 'no haber estado nunca tan favorecida'. O cómo incluiría siempre en sus desfiles a modelos racializadas, como una jovencísima Imán que desfilaría por primavera vez en su vida con él, Alva Chinn o Pat Cleveland.
La provocación y la controversia también eran sello de la casa y a veces, en lugar des desfiles al uso sus fashion shows acaban convertidos en auténticos talent shows, donde la diversión estaba garantizada. Roy Halston era espectáculo, era diversión y para ello implicaba a todo su equipo y les daba alas.
Empoderamiento femenino antes de que habláramos de empoderamiento femenino.
En esa libertad creativa participaban también sus colegas y amigos. Elsa Peretti que posteriormente sería la encargada de diseñar el frasco de su perfume y que reconocía abiertamente que 'claro que tomaban drogas, trabajaban día y noche' o su amigo y amante Victor Hugo, un artista que lo mismo destrozaba un cuadro de su amigo Andy Warhol como parte de su performance o entraba en el escaparate de la boutique para poner su controvertido sello. Uno de esos arrebatos creativos le costaría el enfado de su ayudante Ed, que diseñaba los escaparates y con el que Halston también había tenido un affair. Sin duda la frase sexo, drogas y rock & roll (sustitúyase por moda) podría muy bien haber definido esos años. ¿La imagen que mejor lo resume? Bianca Jagger a lomos de un caballo blanco en la fiesta de Studio 54 que Halston se encargó de organizar.
El principio del fin
Como muchas de las personas hechas a sí mismas, Roy Halston sentía la necesidad de formar parte de esa élite, de eso que llaman Café Society, pero la competencia entre diseñadores no era escasa.
Cuando realiza sus presentaciones en París, consigue poner la moda americana en el mapa y vuelve lleno de gloria. Pero esa gloria le resta algo de idealismo, ahoara es menos bohemio, más pulcro, con una imagen y un pelo impecable. Su ascensión había comenzado y ya no se trataba sólo de diversión sino de ganar. Cambia incluso su casa y la forma de pronunciar su nombre.
La creación de un perfume, el diseño de equipaciones y un sistema de licencias en el que el diseñador se empeña en revisar personalmente todo lo que lleve su nombre. Algo que resultaba impracticable en el día a día y que acabó llevándo al diseñador y a su equipo a un ritmo frenético de trabajo que sobrellevaban con alcohol y cocaína.
Halston quería conquistar el mundo.Incluso llegaría a China, en un viaje en el que se llevaría ( y filmaría ) a todo el equipo y donde acabó convirtiéndose en una especie de embajador americano. Era imparable.
Pero el sistema de licencias era desbordante, sus ventas no respondían bien y otros diseñadores venían pisando fuerte. Halston no quería quedarse atrás y afirmaba que tenía intención de vestir literlamente a toda America asi que volvió a asociarse, esta vez con JCPenney, en un intento de llegar a todas las clases sociales. Consideraba que era el paso natural en la evolución de su carrera, ya habia logrado estar en lo más alto en cuanto a sus diseños y ahora tocaba el turno de vestir a todos y, realmente puso todo su empeño en ello. La reacción de Begdorf and Goodman ante tal decisión fue de deshacerse de su línea de moda, y esto desató una reacción en cadena que acabaría sacándole delcircuito de la moda chic y elegante de América. Perdió el control de su empresa y hasta que su nombre podía ser usando sin ni siquiera su consentimiento. Ese nombre que hasta él se había encargado de pronunciar de forma diferente para sofisticarlo al máximo. Un símbolo de su auge y ahora, de su caída. Había perdido el control de lo que más le había costado en la vida.
Su salud también se resentía. En 1988 le diagnosticaron SIDA y, ya retirado de la moda, optó por vivir sus útimos momentos en California, ajeno a sus antiguos círculos (no quería que nadie le viese enfermo) y cercano a su familia.Falleció el 26 de mayo de 1990 dejando una herencia importantísima ( y quizás no demasiado apreciada hasta ahora) en el mundo de la moda. Su vida desenfrenada, su visión y creatividad, su muerte y ahora la recién estrenada serie de Netflix, terminan de afianzar su leyenda.
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