ModaCreado en 1991 por el fallecido Manuel Piña –conocido como “Almodóvar del diseño español”– simboliza cómo un cambio de piel lleva a un nuevo renacer. Exactamente lo que esperamos todos del año que comienza.
Por Amaia Odriozola
Los interesados en la moda de nuestro país (en la moda, en su capacidad de condensar el zeitgeist, la cultura, el ánimo y las aspiraciones de una época; no en la moda entendida como tendencias) habrán disfrutado el momento. Esta noche, ante una multitudinaria audiencia, Cristina Pedroche ha dado la bienvenida a 2022 haciendo que media España comente, en sus salones y en Twitter, su vestido transparente, confeccionado en tafetán calado iridiscente, con acabados metálicos y un caparazón que recuerda al de un escarabajo. El comentario sobre su atuendo en las Campanadas se ha convertido ya en tradición de fin de año, y el diseño elegido esta vez, desde luego, no podía pasar desapercibido. Quienes, decimos, aman la moda como la cápsula en el tiempo que puede llegar a ser, habrán celebrado que muchos hoy descubran el talento del nombre que lo firma: Manuel Piña. Uno de los creadores españoles más importantes de finales del siglo veinte y máximo exponente de la moda dentro de la Movida madrileña actualiza hoy, dos décadas después de su muerte, su importante legado en el diseño español.
El vestido en cuestión sale de la colección Primavera/Verano 1991 de Manuel Piña (Manzanares, 1944-1994), una de las últimas que presentó en la Pasarela Cibeles (de la que fue diseñador fundacional). A su fallecimiento, tres años después, Piña lo legó a su pueblo natal, en Ciudad Real. Allí abrió un museo que lleva su nombre y que preserva el vestido junto a multitud de sus diseños, además de la historia y la definitiva influencia del diseñador en el desarrollo de la moda española. Hoy la magia de las Campanadas ha hecho que este vestido -expuesto como la pieza I.0116 en el Museo- vuelva a poner su nombre en boca de todos.
Tras el estilismo de esta noche está el trabajo de Josie, (José Fernández-Pacheco Gallego, Manzanares, 1980), periodista, estilista, amigo personal de Pedroche, paisano de Piña y rostro conocidísimo de la escena social y la moda en nuestro país. Se trata de un homenaje personal a Piña e incluye también una capa alada creada por Buj Studio (que ha llevado más de 580 horas de trabajo entre diseño y confección) y complementos (casco, uñas y zapatos) de Manuel Albarrán. El resultado, una reflexión que se inspira en la metamorfosis de los insectos para realizar una metáfora sobre cómo un cambio de piel lleva a un renacer, que es exactamente lo que esperamos todos del año que comienza. La conexión entre este diseño de hace 20 años con el espíritu del tiempo que vivimos es, verdaderamente, poética.
Para Josie, el estilismo de Pedroche en las Campanadas (que lleva haciendo desde que comenzó a presentarlas hace siete años), es una celebración de la moda, la vida y esa “energía” que le transmite su amiga. Nos cuenta que ha esperado a que el foco mediático fuera “inmenso, para poder profundizar en los mensajes de moda que hay detrás”. “Siempre han sido estilismos que hablan de lo que ha ocurrido ese año en la moda, de las apetencias en ese sentido, de lo que podría llegar a gustar... Así pasamos de las transparencias a los homenajes a modistos históricos que los niños pudieran googlear (digo niños porque ellos pueden descubrir historias de moda nuevas a través de este evento) o a colaboraciones artísticas como la escultura de Jacinto de Manuel que es de 2019 y que en este año hemos visto tan parecida en Schiaparelli, demostrando que algo del espíritu de los tiempos recae cada año sobre la Pedroche”, explica. La elección de Piña, de hecho, “se debe a este espíritu de los tiempos, porque hay colecciones de 2021 que me han llevado a él, flashes de moda aparecidos en las siluetas de Jisoo Baik, Myung Cha, Shirley Tang, Chelsea Kaya, Yuimanakazato o algunos trabajos de ASHI Studio y Richard Malone... Me preguntaba si sería posible traer una de esas piezas tan precursoras de estas apetencias y hacer un estilismo que la conectase con el siglo XXI, me preguntaba si Piña podría volver, por una noche, a inspirar al mundo de nuevo. Nadie más que él merece este homenaje porque se fue demasiado pronto dejando una carrera fulgurante en la moda detrás, víctima de una pandemia con un estigma social tan marcado como fue el VIH en aquellos años... Todo fue demasiado silencioso para aquel Ícaro que al tocar el sol con sus alas se precipitó al vacío”, reflexiona el estilista.
“Cuando me vi confinado en Manzanares durante la primera ola y sentí aquella psicosis colectiva me acordé de aquel Manuel Piña enfermo que volvió a La Mancha para morir después de haber sido uno de los personajes más interesantes de la pomada madrileña durante La Movida. Él ya había sentido esa sensación antes (una vez más visionario), me puse a bucear en sus libros y allí estaban Elena Barquilla, Bibiana o Judith Mascó, vestidas de punto increíble, de telas regionales en clave futurista, de colas en cascada pintadas por COSTVS y fotos de nuestros amigos comunes Alberto García Alix o Sylvia Polakov, que para colmo murió también este año... Era el momento de usar ese foco mediático enorme y unir a Pedroche con Piña. Hoy ella forma parte, treinta años después, de ese exclusivo ramillete de musas míticas que van de Carmen Maura a Rossy de Palma, que por cierto se llama así porque Manuel Piña la bautizó”, cuenta Josie.
"El Almodóvar" del diseño
A los 18 años, Piña se marchó a Madrid. Trabajó en Galerías Preciados y El Corte Inglés, en el departamento de moda de caballero. Aquello se le quedó pequeño y probó suerte como comercial viajante en una fábrica de punto de Carabanchel, que acabó comprando cuando cumplió 30 años. Su dominio del tricot le trajo rápido el éxito y hoy se le refiere como el rey del punto de la época: “Sabía tratarlo y controlaba todo el proceso porque se confeccionaba en su taller. En un momento dado, el cuerpo le pidió pasarse a la tela y tuvo que externalizar la producción. Ahí, todo se vino abajo”, contaría otro de sus colegas, Antonio Alvarado, en S Moda.
En 1979 desfiló en el Liceo de Barcelona y en Pasarela Colón, preludio de Cibeles. En el 81 puso un pie en Nueva York, aunque el negocio no salió bien: le compraron dos colecciones valoradas en 18 millones de pesetas que según contó él mismo después nunca le devolvieron. Aquello fue su primer varapalo económico. Un año después representó a la moda española en Berlín junto a Francis Montesinos. En 1985 participó en la primera edición de la Pasarela Cibeles, en una carpa alquilada al circo de Teresa Rabal e instalada en la plaza de Colón: él había sido uno de los impulsores de aquello junto a Epifanio Mayo (primer director de aquella pasarela). Tres años después, cumplió el sueño de todo diseñador: desfilar en París.
Piña trabajó con las modelos más importantes: de Imán, mujer de David Bowie, a Helena Barquilla, a la que descubrió. "Le conocí en Ciudad Real, yo soy de allí. Fui maniquí de pruebas en su fábrica, porque cosía sobre el cuerpo de la mujer directamente", recordó después Barquilla en LOC. Por su estudio de la calle Moreto en Madrid pasaban todas las actrices del momento: Rossy, Bibiana, Loles. Autodidacta, bebió de grandes creadores internacionales como Issey Miyake y Thierry Mugler. Firmó un gran contrato para vender en Japón, un sueño personal que resultó un fatal error de cálculo (su nuevo socio estaba, en realidad, arruinado) que le llevó al cierre. En 1990 liquidó su empresa, que entonces tenía 30 empleados. Diseñó una línea de zapatos, otra de gafas y diseñó el uniforme para Correos. Su último acto público tuvo lugar en su tienda de Madrid, donde celebró un desfile en homenaje a Camarón de la Isla, y una vez ya enfermo de sida volvió a pasar sus últimos años a Manzanares.
La colaboración entre el Museo y las Campanadas se gestó hace meses. “Los astros se alinearon”, recuerda Josie. Lola Piña, quien fuera mano derecha del diseñador (aunque comparten apellido no son familia), había aportado 300 piezas nuevas al Museo, así que el estilista aprovechó la oportunidad para rendirle un homenaje y establecer un diálogo de moda que conectase a Piña con 2022. Encontrar el atuendo no fue fácil y no salió a la primera. “Pasaron los meses y vi en una retrospectiva del Museo del Traje de Madrid un vestido de su última colección que a través de las transparencias unía perfectamente a Pedroche con el genio manchego y era una silueta escultórica parecida a las piezas circulares que evocaban protección post pandémica y que había visto en Jisoo Baik, Myung Cha, Shirley Tang y Chelsea Kaya…”
En el Museo Manuel Piña también encuentran esta conexión entre la visión del diseñador con el tiempo que vivimos. Así lo explica el alcalde de Manzanares, Julián Nieva Delgado, facilitador de esta colaboración: “Cuando Manuel Piña diseñó este vestido ya sabía que se retiraba del prêt-à-porter, pero como hombre luchador que era indicó que no dejaba el mundo del diseño sino que quería hacer nuevas cosas como diseñar gafas y zapatos. Él cambiaba, se transformaba, y lo reflejó en una colección experimental en la que se dejó llevar y dio rienda suelta a su creatividad. Como bien decís, se inspiró en insectos y reptiles, en la transformación que algunos de ellos sufren, en el cambio de piel, en las diferentes tonalidades que pueden tener los caparazones de algunos insectos según la luz que incida sobre ellos. Y sí, con la situación actual que estamos viviendo, con los cambios que hemos tenido que hacer en nuestra forma de vida, necesitamos renovarnos y reinventarnos, cambiar con la esperanza de que de esta crisálida en la que estamos inmersos salgamos más fuertes”, me dice. Las referencias a esta necesidad de renacer las encuentra hoy también en la moda: “Estamos viendo actualmente creaciones de diseñadores de primer nivel que parecen, en sus volúmenes y formas, recreaciones de piezas icónicas de Manuel Piña. Lo hemos visto con hace poco con el diseño de Vera Wang que lució Zendaya en los CFDA, muy similar en forma a la falda de tejido manchego que diseñara Manuel Piña, o en los diseños de Jisoo Baik, que utiliza volantes que nos recuerdan al vestido que Manuel Piña diseño en 1984 y que pintó Juan Gomila para el proyecto El algodón y el arte”.
La magia de las Campanadas
Las Campanadas representan también un preciado momento de exposición. Pergeñar el estilismo de la noche “es relevante porque es un misterio, porque hay un ritual antes del evento, durante y los días posteriores, con el enorme debate que crea y que lo han convertido en un clásico. La clave está en no dejar indiferente a nadie y Cristina Pedroche es así: o la amas o la odias, y su estilismo se crea en consonancia y así intentaremos seguir haciéndolo y viviendo y vibrando ella, sus campanadas, sus estilismos y yo. Todo menos lo anodino, amor versus odio, alegría versus tristeza, Antena 3 versus el resto de propuestas…” dice Josie.
Para Pedroche, el vestido de este año encierra un gran salto cualitativo: “No es la primera vez que en las campanadas llevo una obra de arte, pero sí es la primera que llevo una pieza de museo. Desde que empecé a encargarme de los estilismos de las Campanadas, quise presentar vestidos hechos en España, en exclusiva para Cristina Pedroche y que hablasen de la moda de ese año. En 2021 he podido ver el espíritu de Manuel Piña en las apetencias de otros creadores contemporáneos y entendí que era el momento de traer una pieza de su museo a un evento que significa tanto para mí”. Para satisfacción de la presentadora, tanto el vestido como la capa y los complementos de Buj Studio y Manuel Albarrán se expondrán durante todo 2022 en el Museo Manuel Piña de Manzanares: “Este estilismo es una invitación no solo a este museo textil, sino a todos aquellos museos alejados del circuito cultural de las grandes capitales, porque atesoran piezas tan interesantes como la que he tenido la suerte de llevar esta noche…”, nos dice. Así, esta apuesta por el diseño de Manuel Piña es también una reivindicación a espacios que mantienen vivas las historias y obras de los representantes de la moda en nuestro país a través de museos textiles pero también todos aquellos museos fuera del círculo de la moda y del circuito de las grandes capitales, que acercan el arte a todos los rincones del país.