Byniumaal fue un fenómeno el día de su lanzamiento, al menos, dentro de Instagram, primer hábitat natural de la firma tras la que se encuentra Andrea Castillo. Y sigue siéndolo. Es lógico: su perfil personal deja claros varios principios, como la comprensión de la estética digital, su veganismo y su formación en derecho, lo que aporta a la marca una nueva mirada. O, al menos, una mayor comprensión de la industria de la moda, sector al que también se acercó gracias a su herencia: "Vengo de una familia que lleva en el sector textil desde siempre, por lo que desde pequeña he estado rodeada de tejidos y máquinas de coser. Siempre lo vi como una afición, hasta que al acabar la carrera de derecho, comencé a interesarme y a estudiar esa parte del negocio de la moda, el retail, el marketing... Y trabajando en la empresa familiar creando producciones para otras marcas". Hasta que llegó el momento de levantar el vuelo.
Sucedió en 2020, ese año complejo y ya inolvidable, "después de un gran esfuerzo por crear mi armario cápsula", cuenta Castillo. "Sentía que había un espacio vacío en el que se encontrasen sostenibilidad, calidad, feminidad y diseño, y me lancé a esta aventura". Una motivación clara y sencilla, las que de verdad suelen funcionar y aportan a las firmas una honestidad que se refleja en cada prenda. Por eso, la fundadora no oculta que una de sus prioridades con Byniumaal era mantenerse "fiel" a sí misma y su estilo de vida; el mismo que intenta transmitir cada día a través de los diferentes contenidos que comparten en redes sociales (cuando se escriben estas líneas, en Instagram se acercan a los 20.000 seguidores) y que condensa los principios de calidad, elegancia, feminidad, independencia, diseño y, por supuesto, sostenibilidad, término ubicuo en los últimos años... y en ocasiones manoseado.
"Habrá muchas veces que yo misma use mal el concepto, hoy en día es imposible ser sostenible al 100% si vivimos en la sociedad", cuenta Castillo. "La clave es ser consciente y ser lo más sostenible que podamos, sin juicios". Lo que decíamos: honestidad. La que también la ha llevado a confiar en sus proveedores de toda la vida para este proyecto, que ya cuenta con varias colecciones en la calle. "Llevamos más de quince años trabajando con proveedores nacionales, por lo que al comentarles la idea de crear una marca sostenible, ellos también se actualizaron y juntos hemos podido ir creando una selección de tejidos sostenibles y de calidad", explica la abogada. "Queríamos que formasen parte de esto y no tener que buscar otros proveedores extranjeros". Y esto, como se puede imaginar, supone un esfuerzo extra en costes, algo que se ha visto reflejado en sus precios, que han experimentado una subida hace poco (también derivada de otro hito: su venta en distintos puntos de El Corte Inglés).
"Todo ha sido un desafío, porque los comienzos son difíciles (y más aún, cuando tienes a tu cargo a un equipo tan grande de personas), pero el tema de la sostenibilidad era el principal reto", desgrana Castillo. "Encontrar tejidos y forros sostenibles, botones y entretelas recicladas... La certificación RSC (Responsabilidad Social Corporativa) de nuestro taller que asegura una producción sostenible también fue un proceso largo y costoso", continúa. "Hacer las cosas así es un hándicap, y todo el esfuerzo y la inversión que las marcas hacemos por ser sostenibles, por ahora, no se ve reflejado en las decisiones de compra del consumidor. Ser transparente es muy difícil porque es necesario que la propia marca tenga un control absoluto de cada proceso. Nosotros, al ser atelier, taller y retail, sabemos que es nuestro punto fuerte, pero, sinceramente, no sé hasta qué punto la sostenibilidad llega a ser valorada o apreciada por el cliente final".
Por el momento, el público, según Castillo, parece seguir muy aferrado al peso pesado del fast fashion, que "llegó hace años para quedarse". Sin embargo, hay espacio para el optimismo en su discurso, muy anclado en la realidad de la industria (y la experiencia): "Pienso que, al menos, marcas como Byniumaal romperemos con el monopolio actual y se abrirán más posibilidades dentro del sector". Uno en el que el punto de vista de las nuevas generaciones es fundamental: "La industria de la moda es un sector muy maduro, al frente de grandes marcas o industrias hay personas que llevan más de 30 años, y eso aporta experiencia, pero para mí, la visión de los jóvenes es primordial: da toques de frescura, novedad, cambio..."
Para Andrea Castillo, esos cambios que menciona llegarán "a partir de 2025", motivo por el que espera "poder seguir aprendiendo, creando y creciendo, y así poder competir de verdad en este sector en unos años". Porque aunque en este corto tiempo de vida ya han conseguido hacer un tipo de blazer que resulta muy identificativa y el punto se han convertido en una de sus categorías principales para El Corte Inglés, Castillo sigue manteniendo los pies en la tierra. "Mi yo real no piensa de aquí a cinco años, porque los comienzos son difíciles y solo pienso en el presente, en poder seguir manteniendo al equipo que hay detrás, poder seguir creando colecciones e invirtiendo en producciones de calidad", explica. "Pero indudablemente, me siento muy agradecida por toda la gente que está apostando por este nuevo concepto de moda".
Por un momento, la invitamos a soñar, a dejarse llevar, y proyectar ese futuro en el que no solamente hayan cambiado las costumbres de consumo del público, sino también el panorama general de la industria. Es ahí cuando Castillo puede ver a Byniumaal "siendo la marca femenina sostenible de referencia en nuestro país", pero también en algo más grande que la sencilla suma de las prendas. "Más allá de ser una marca, me gustaría ser una comunidad de mujeres que comparten un estilo de vida". El suyo. El de un proyecto de ilusión enraizado en una realidad, con suerte, cada vez más cambiante.
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