En Alameda no hay tricot, sin embargo, empezaste especializándote en esta técnica. ¿Cómo fue?
Estudié diseño de moda en la EASD de Valencia y, por casualidades de la vida, con el tiempo mi experiencia acabó especializándome en el área del punto-tricot, un mundo bastante específico y técnico, pero muy interesante. En muchas universidades puedes especializarte en este área desde los estudios para contar con el conocimiento técnico necesario, pero en mi universidad esta opción no existía, así que lo aprendí todo trabajando. Cuando trabajas para empresas grandes te dedicas a algo muy concreto porque el nivel de especialización es altísimo, así que después de nueve años dedicada al tricot, en mi proyecto personal, Alameda, he querido hacer algo completamente diferente.
¿Cómo diste el salto a las filas de Inditex?
Todo empezó el verano que terminé la carrera. Hice un proyecto final de carrera inspirado en los pintores Prerrafaelitas que disfruté muchísimo y presenté con mucha ilusión al concurso EGO, en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Para sorpresa de todos, se seleccionó para participar en el concurso. De esto hace muchísimo tiempo pero no se me olvida el verano de duro trabajo, ilusión, alguna que otra lágrima y mucho, mucho calor en casa cosiendo la colección. Fue una de las experiencias más increíbles de mi vida y, aunque no gané el concurso, me abrió la puerta a mi primera experiencia profesional en Inditex, que patrocinaba el evento. No estaba en mis planes pasar a formar parte de la plantilla de semejante gigante del fast-fashion, pero cuando surgió la oportunidad, me emocionó pensar todo lo que podría aprender de gente que había llegado tan lejos y que mis prendas podrían llegar a personas de todo el mundo. Creo que fue una buena decisión y que me abrió una puerta a una rama de la moda que, si bien hoy ya no concuerda con muchos de mis principios, en aquel momento me pareció una oportunidad irrepetible. Mi primera experiencia fue en Zara Kids, y me llevo dos cosas muy importantes: lo muchísimo que aprendí cada día (recién salida de la carrera, no sabía ni siquiera cómo funcionaba una empresa de moda real, mucho menos de ese tamaño), y la gente tan guay con la que me encontré, que se alejaba mucho de la idea cinematográfica de gente malvada y superficial que se dedica a la moda.
¿Qué vino después?
Después de unos años allí decidí probar suerte con experiencia internacional, más motivada por la idea de vivir en otro país que por la experiencia laboral en sí, así que me mudé a Alemania a C&A, donde comencé a trabajar en mujer, en tricot de nuevo. Vivir en el extranjero fue muy enriquecedor, lo considero el Erasmus que nunca hice y me hizo apreciar más las cosas buenas de mi país. Tras un tiempo allí volví a Barcelona para trabajar para Mango. En esta marca me encontré con unas personas increíbles a las que considero más amigas que compañeras de trabajo y que me han apoyado muchísimo en el proceso de creación de Alameda.